El miedo a los atentados y la persistente ola de conflictos sociales -con huelgas de transporte, manifestaciones y movilizaciones relámpago- siguen afectando al país, un día antes del partido inaugural Francia-Rumanía en el Estadio de Francia, cerca de París.
Los alrededores de este estadio fueron escenario de ataques suicidas el pasado 13 de noviembre, reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico, que causaron en total 130 muertos en la capital francesa.
Se espera que acudan a la competición unos ocho millones de aficionados, entre ellos dos millones de extranjeros. Las fuerzas de seguridad y los servicios de información se han movilizado para impedir atentados en los estadios, las zonas de aficionados o en otros lugares públicos.
El defensa alemán Jérôme Boateng, que estaba jugando en el Estadio de Francia aquel 13 de noviembre, anunció el miércoles que por razones de seguridad ni su mujer ni sus hijas vendrían a ver los partidos de la 'Mannschaft' porque el riesgo es “demasiado importante”.
“Me sentiré mejor si mi familia no está en el estadio” dijo al diario Sport Bild.
Estados Unidos y Reino Unido han advertido a sus ciudadanos sobre la “amenaza terrorista” durante la Eurocopa.
El estado de emergencia en vigor en Francia desde noviembre ha sido prolongado hasta finales de julio. En un “esfuerzo sin precedentes”, según el gobierno francés, unos 90 mil policías o agentes de seguridad han sido movilizados para garantizar la seguridad durante la competición (10 de junio-10 de julio).
Unas 3 mil personas fueron excluidas de asistir a los estadios, por razones de seguridad, debido a sus antecedentes.
El gobierno lanzó además una aplicación para teléfonos móviles llamada “Alerta atentado” para informar a la gente de cualquier amenaza. La aplicación permite alertar “en caso de sospecha de atentado o de acontecimiento” excepcionalmente grave.