HORRORES IDIOMÁTICOS Y ALGO MÁS
De la urbanidad
Las clases de “moral y urbanidad” deberían ser de nuevo obligatorias, pues buena falta hacen.
He inventado una nueva palabra, “urbámetro”, y espero que el DRAE la registre en su próxima edición —me dijo Titivillus, el diablillo medieval con quien colaboro en la tarea de pescar gazapos para trasladar a quienes los pronuncian o escriben al mismísimo infierno. —Servirá —agregó— para medir la cortesía, urbanidad y ética de las personas que utilizan las redes sociales y también el comportamiento de los conductores en el tráfico. La formé del latín “urbanitas” (cortesanía, comedimiento) y de ”metro” (medida), procedente del griego. —Como tú bien sabes —agregó— mi oficio en el Medievo era acarrear a ese tórrido lugar a los frailes y monjas que se durmieran mientras cantaban en el coro, y a los amanuenses que omitían palabras cuando copiaban del griego y el latín, por eso conozco ambos idiomas.
—Me dejo de preámbulos y voy al grano —continuó—. El “urbámetro” tendrá una escala de cero a diez y quien supere los cinco puntos se irá derecho al calor. En los medios sociales se medirán las campañas negras, los insultos, las palabras soeces, las difamaciones y las faltas sintácticas tales como el dequeísmo, el queísmo, el “loqueísmo”, el mal uso del impersonal “haber” de “iniciar”, etc. También los atentados contra la morfología, v.gr. los verbos irregulares conjugados como regulares, el uso adjetivo de “medio” cuando debería ser adverbial, y otros. También el mal uso o inventos en el léxico, por ejemplo “aperturar”, “accesar” y otros verbos espurios. —Y de la ortografía ¿qué? — le pregunté. Se quedó cavilando y me contestó. “Con eso ya no sé ni que hacer, pues son tantos los que asesinan la ortografía que hasta los tratarán como a migrantes y los echarán del infierno a que vaguen por el espacio infinito, nublarán las estrellas y la luz solar apenas nos llegará”.
—Ahora te hablaré de los conductores que circulan por estas calles de Dios, que ya se han vuelto del diablo, mi superior, porque manejar aquí es algo infernal— prosiguió—. La puntuación (no el punteo) será igual que la de los medios. Todo aquel que pase de cinco faltas se va para abajo. Son menores aquellas de descortesía, como no cederle paso a quien va pidiendo vía, doblar en una bocacalle o meterse a un estacionamiento repentinamente sin pedir vía, bocinarle al infeliz al que se le descompuso el auto en el camino, o se detuvo un segundo más en un semáforo para dar una ayuda al prójimo. Las mayores consistirán en pisar el acelerador hasta el fondo cuando un peatón atraviesa la calle, rebasar por la derecha y cometer cualquier otra imprudencia que ponga en peligro la vida de las personas solo por el placer de hacer sufrir e incluso matar. Esos serán considerados asesinos en potencia e irán al lugar congelado del Averno, donde mora Satanás. No pude dejar de desearle éxitos a Titivillus.
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