Pero el filme, que se exhibirá en cines de Estados Unidos la próxima semana y tiene fecha de lanzamiento en Argentina el 2 de marzo, ya ha provocado amenazas de muerte de fanáticos enfurecidos y podría poner a prueba los límites de la ley de propiedad intelectual.
“Esto es de locos”, dijo a la AFP Rhys Frake-Waterfield, el director de Winnie the Pooh: Miel y sangre.
“Recibí peticiones para que pare la película. Recibí amenazas de muerte. Hay personas que dicen que llamaron a la policía”, relató el cineasta de 31 años.
Si bien las aventuras de Pooh y sus amigos Piglet, Ígor y Tigger en la pantalla grande han sido autorizadas bajo licencia a Disney por décadas, los derechos de autor de los primeros libros de A.A. Milne vencieron recientemente y el pequeño estudio independiente británico Frake-Waterfield aprovechó la oportunidad.
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Las primeras imágenes de Miel y sangre, en las que Pooh y Piglet, siniestros y de tamaño humano, se cernían amenazadores detrás de una mujer joven que se relajaba en un jacuzzi, rápidamente se volvieron virales en 2022.
Ahora, la película con actores de carne y hueso, realizada con un presupuesto de menos de US$250 mil, apuesta a un gran despliegue mundial.
En un principio Frake-Waterfield esperaba una difusión muy limitada, pero ahora piensa que puede llegar a superar al filme de terror “Actividad paranormal”, de 2009, que apenas costó US$15 mil y estuvo en el origen de una saga que recaudó más de US$1 mil millones, convirtiéndose en uno de los más rentables de la historia del cine.
“Creía realmente en esta idea. Otros no (…) y ahora marcha bastante bien”, dice sonriendo el cineasta.
“No apto para familias”
Según la ley estadounidense, los derechos de autor expiran 95 años después de la primera publicación de una obra.
El primer libro de Winnie the Pooh salió en 1926. Solo esta versión es de dominio público. No así los rasgos distintivos que se agregaron a Pooh en libros posteriores o películas de Disney, como su camisa roja o su afición por el juego Poohsticks, o personajes como Tiger, el amigo de Pooh.
Oh, bother… this ain't no bedtime story. Happy #WinnieThePoohDay.
Winnie-the-Pooh: Blood and Honey slashes its way into theaters February 15 #PoohBloodandHoney 🔪🩸🍯 pic.twitter.com/qDlrLHDALN
— Winnie-the-Pooh: Blood and Honey (@poohbandh) January 18, 2023
Más allá del copyright, que impide la copia sin licencia de una obra creativa pero está limitado en el tiempo, el largometraje pasa por encima de la ley de marcas.
La licencia que ostenta Disney, renovable indefinidamente, prohíbe lanzar un producto relacionado con Winnie y que pueda confundirse con el original.
Sin embargo, en este caso, el absurdo de un Pooh como protagonista de una película de terror ayuda a los productores del filme.
“No se puede sugerir que de alguna manera esté patrocinado, afiliado o asociado con Disney”, dijo el abogado de derechos de autor Aaron J. Moss.
“Simplemente porque es muy poco apto para familias, y no es algo con lo que (los espectadores) esperarían que Disney tuviera que ver. Así, cualquier posible reclamo de marca registrada es mucho más difícil de probar”, señaló.
Frake-Waterfield dijo que jamás pretendió acercarse al Pooh de Disney. “Todo lo contrario. (…) Quiero que Winnie the Pooh sea grande, amenazante, aterrador, intimidante y horrible. No quiero que sea pequeño, tierno y lindo”.
“Un millón de dólares”
En la película, Winnie y Piglet son abandonados por su amigo Christopher Robin. Decepcionados y enfurecidos, caen en un espiral de locura asesina.
Esta opción no parece haber sido del agrado de muchos espectadores, como pudo constatarlo un periodista de la AFP en una proyección en Ciudad de México esta semana.
Jonathan Ortiz, por ejemplo, un espectador de 32 años, encontró que el filme es “muy malo”.
No obstante, es probable que ni la trama ni los comentarios de la crítica importen demasiado.
La publicidad en torno a la película ha llegado a tal nivel que Frake-Waterfield ya está preparando una secuela, así como películas de terror basadas en los libros de Bambi y Peter Pan.
“Una persona literalmente me dijo: ‘¿Quieres un millón de dólares para hacer una película? Solo dime la idea y vamos para adelante'”, contó el cineasta.