HORRORES IDIOMÁTICOS
Dichos de antaño
Dicen que el tiempo, Cronos para los griegos y Saturno para los romanos, se come a sus hijos, y en el idioma es cierto.
Muchas palabras que ayer tenían ciertos significados, ahora tienen acepciones contrarias o han desaparecido. Eso sucede también con los dichos que antes eran muy usados y han quedado olvidados. Aquí van unos cuantos:
“Comer pavo”: Todavía en pleno siglo XX, hacia finales de la década de los años cincuenta y principios de los sesenta se acostumbraba en Guatemala que a las chicas las llevara un chaperón o chaperona (del inglés “chaperon/e” y aquí sí vale usar los dos géneros gramaticales) a las “fiestas danzantes”. Es decir, nadie llegaba en pareja, como se acostumbra ahora, y sí con esa molesta compañía que le tenía puesto el ojo encima a aquella jovencita que quisiera bailar cheek to cheek (con las mejillas pegadas). A mí me tocó vivir algo de ese tiempo, mejor que el de mis tías, a las que les colocaban un buqué en la cintura para que no pudieran acercarse demasiado a su pareja al bailar, pues se marchitaban las flores. En las fiestas a las que yo asistía los muchachos llegaban a la mesa a la que una se sentaba acompañada de los celosos guardianes y la invitaban a bailar. Una o dos piezas podían bailarse con el mismo compañero; lo contrario era “abonarse”. Algunas teníamos suerte y salíamos de madrugada con los zapatos en la mano, pero a otras nadie “las sacaba” a bailar y entonces se decía que “comían pavo”, aunque fueran tamales, porque pasaban sentadas toda la noche, o sea, que “volaban banca”, otro dicho para lo mismo. Menos mal que los tiempos cambian.
Del tiempo de tata Lapo: Don Serapio Cruz fue un liberal que luchó contra los conservadores. Las fuerzas de Cerna —conservador heredero de Carrera en la presidencia— lo vencieron y le mandaron a cortar la cabeza que pasearon por toda la Ciudad de Guatemala. Entonces les decían “tata” a todos las personas importantes: “Tata Rufo (Justo Rufino Barrios), tata cura al párroco de la iglesia, etc. Tata Lapo, así llamaban a don Serapio, se hizo famoso por ese espeluznante acontecimiento y pasados muchos años aún se mencionaba. Quien quería referirse a algo viejo decía “en los tiempos de Tata Lapo”. Creo que el dicho ya casi se ahoga en la mar del olvido.
El “año del polvo”: En 1835 el volcán Cosigüina hizo una gran erupción en Nicaragua. La arena y las cenizas que lanzó se extendieron hasta México en el norte, Colombia en el sur, las Antillas en oriente y quién sabe hasta donde en el Pacífico sin desaparecer en mucho tiempo. Ya bien entrado el siglo XX para hablar de algo viejo se decía: “Eso es del año del polvo”. Pepita García Granados, nuestra poeta, política y feminista le dedicó a ese suceso un hermoso poema, ahora olvidado, como olvidado está “el año del polvo”.
De otros dichos no recordados comentaré próximamente.
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