“La hora del aficionado” fue el semillero de los artistas de aquella época. Por su escenario desfilaron cantantes como: Roberto Rey y German May. Del grupo de ganadores del concurso se puede mencionar a Sandra Patricia, ella lo obtuvo en 1978. Cuatro años después representó a Guatemala en el Festival Internacional de la Canción Iberoamericana (OTI) con la canción Víveme.
De su voz, talento y calidad interpretativa dio muestras desde la niñez y adolescencia, características que la llevaron a conquistar al público en cada sitio en el que se presentaba dentro y fuera del país.
Con la misma gracia y soltura cantaba rancheras, baladas y hasta melodías infantiles.
Entre las grandes
Destacar en esos años, en los que no había Internet, ni toda la tecnología actual, lo hacían solo los grandes, y Sandra Patricia lo hizo.
A los 16 años cantó como invitada en el Festival de Viña del Mar. Grabó varios discos, entre ellos: Ya me voy, Inocente pobre amiga, que incluyeron temas como: Ojos de amor, Nací para quererte y Mil cicatrices, por los que se le recuerda.
En 1980 ganó el premio Dama de Plata, otorgado al artista destacado del año, por las radios: Ciros y La voz de Las Américas.
El cabello largo y ondulado, los vestidos debajo de la rodilla y el camanance en la mejilla, al sonreír frente al micrófono, quedaron grabados en quienes la escucharon. Luego, se retiró del ambiente artístico, se casó y formó una familia.
Hace algún tiempo le diagnosticaron diabetes. La enfermedad avanzó y se complicó. El martes 31 de agosto llegó la noticia de su muerte. Descanse en paz La dulce Voz de Guatemala.