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Manuel Montero, quien aparece en los créditos de la película como encargado de “El Borras”, y su amigo Leonardo Serrano lo encontraron en la calle, amarrado con un alambre a una pared de un lote baldío a punto de morir de hambre y sed. Estuvo hospitalizado hasta que fue recuperando el ánimo. Comenzó agarrando una pelota en su hocico, poco a poco movía la cola y comía con más normalidad. Hasta que empezó a confiar en las personas y ya se dejaba acariciar.
El perro era el candidato perfecto, se parecía al que buscaban para la película y era casi igual a la mascota que Cuarón había tenido en su niñez. Manuel Montero lo entrenó para que pudiera convivir como un perro integrado a la sociedad, obediente, juguetón y sociable con otros perritos. Lo único que necesitó fue cariño y un entrenador profesional.
Las revisiones médicas con Cruz continuaron y ella reforzó los brincos con su pelota, que luego serían requeridos para los saltos que debía realizar en el portón de la casa del filme.
“Cualquier perro tiene la oportunidad de tener una buena vida, no necesita ser de gran linaje. Solo necesita una oportunidad y sobre todo el trabajo de un entrenador profesional para ayudarlo a adaptarse y sobreponerse a los maltratos producidos por el abandono. Todos los perros merecen ser entrenados para que sepan cuál es su posición en nuestro mundo. Gracias Borras por dejarnos ser parte de tu historia”, anota la veterinaria en cuenta de Facebook.
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