El director de este programa, el científico estadounidense Richard Hansen explicó que este estudio, único en Mesoamérica, ha permitido descubrir que Guatemala “tiene el privilegio de ser la mera cuna de la civilización maya”, con las pirámides más altas y una red de carreteras “única”.
El mapeo LIDAR, que escanea el terreno con un láser que puede penetrar el dosel de vegetación a un ritmo de 560 mil puntos por segundo, ha permitido identificar rasgos arqueológicos únicos en imágenes 2D y 3D que constituyen “hallazgos de gran importancia” para el estudio de la cultura Maya.
En esta primera fase, en la que han analizado más de 700 kilómetros cuadrados, se han observado acrópolis, aguadas, pirámides, terrazas, canales, diques, muros y una red de carreteras de más de 240 kilómetros de largo -por 40 de ancho y unos 2 o 6 de alto- que permite concluir que el Mirador era un “sistema cerrado político”.
“El primer estado de todas las Américas”, proclama con orgullo Hansen y agrega que en su época sería, además, el más grande del mundo, tanto en tamaño como en población. Se estima que al menos 1 millón de personas habitaban el área antes de su colapso en el 150 antes de Cristo. Esta red de carreteras, al menos unas 17, se utilizaban para el transporte de mercancías.
Tikal, el sitio excavado más grande de las Américas que contiene algunos de los restos arqueológicos más fascinantes de la antigua civilización Maya, es la reserva natural y cultural más célebre de Guatemala, declarada parque nacional en 1955 y Patrimonio Mundial por la Unesco en 1979, pero El Mirador, arguye Hansen, tiene ciudades más grandes que Tikal, pero aún desconocidas.
Esta investigación -continúa- nos ha permitido llegar a esa conclusión, además de creer que los mayas tenían aquí un “sistema de corrales” que puede ser la primera producción de carne a nivel industrial, aunque los análisis para reafirmar esta hipótesis aún están en proceso.
Estos descubrimientos, agrega la topógrafa Josephin Thompson, han permitido avanzar en dos años lo que llevaría unos 40, y ayuda a ser más precisos para entender los asentamientos y las ciudades de esta cultura.
El próximo año, los investigadores continuarán con el proyecto y piden a los Gobiernos desarrollar una ruta turística que respete el medioambiente, “sin crear caminos” y provocando “el mínimo impacto”, algo parecido, añade Thompson a los que ha hecho en Perú con Machu Pichu, aunque esto puede costar hasta US$100 millones.
En la actualidad, unos 3 mil turistas llegan a El Mirador a pie o en mula, pero es necesario brindar seguridad y atención a este enclave cultural para preservarlo “intacto” y así “poder entender la evolución de la sociedad”.
Para conservar esta zona, el arqueólogo estadounidense no duda en pedir a los Gobiernos de Guatemala y México, hasta donde se extiende El Mirador, que protejan el área e impulsen un turismo de desarrollo sostenible: “El Mirador es una joya. Nosotros solo somos los mensajeros, ustedes los dueños. Consérvenla”.
El Mirador -conocido como el Reino Kan- tiene una superficie de 2 mil 158 kilómetros cuadrados en plena Reserva de la Biosfera Maya y es uno de los pulmones ambientales y culturales de América.