HORRORES IDIOMÁTICOS Y ALGO MÁS

Errores por doquier

MARÍA DEL ROSARIO MOLINA

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En Guatemala se habla muy mal y se escribe peor, sin recordar la famosa sentencia de don Juan de Valdés, reconocido escritor y humanista español, que rezaba: “Hay que escribir como se habla, pero es menester hablar bien”.

Oigo continuamente que muchas personas cometen queísmos al omitir la preposición necesaria —generalmente “de”— entre el verbo y su objeto preposicional o entre el núcleo del sujeto o el término de un complemento y el modificador indirecto. Se escuchan horrores tales como: “tiene la idea que estudiará idioma”; “la esperanza que lo aceptarán en la escuela alegra a Juan”; “se acordó que tenía un trabajo por hacer”; en lugar de: “Tiene la idea ‘de’ que estudiará…”; “la esperanza ‘de’ que lo aceptarán…”; “se acordó ‘de’ que tenía…”. Es dequeísmo el defecto contrario, que consiste en agregar la preposición entre el verbo y una subordinada sustantiva en función de objeto directo, encabezada por ‘que’: “Dice de que oye ruidos raros”; “cree de que allí espantan”, en vez de “dice que oye…”; “cree que allí…”.

Otro error común es usar términos inadecuados para referirse a las cosas, v.gr. “opaco” por “mate”: Hará un par de días llegué a buscar unos marcos con sus respectivos vidrios para unas fotografías y cuando le expliqué a la empleada, una mujer con cara de pocos amigos, que quería vidrio mate (sin brillo) se me quedó viendo con burla y me respondió: “ ‘Usté’ lo que quiere son vidrios opacos”. Le expliqué que “opaco” es lo que impide el paso a la luz y que si ponía “vidrio opaco” las fotografías quedarían ocultas a la vista. Si las miradas pudieran matar, las de la vendedora me habrían dejado allí tendida, y si yo tuviera el poder de convocar a Titivillus, el diablillo medieval encargado de llevarse al infierno a quienes hablan o escriben mal, para que se apareciera en el momento en que yo lo deseara, la habría mandado a ese poco agradable lugar en ese instante.

Finalmente me espetó: “Bueno, le vamos a poner vidrio ‘mate’, como le dice ‘usté’ de modo tan raro, pero le cuento ‘de’ que ‘lo que es’ ese le va a salir más caro”. Además de confundir términos, la repelente mujer padece de “dequeísmo” y “loqueísmo”, pensé, pero recordé la parte del sabio proverbio árabe que reza: “…el que no sabe y cree que sabe, es un necio, apártate de él…” y ya no le respondí. Mandaré a recoger (que no a traer) las fotografías para no verle más la cara y no volveré jamás a encargar nada en ese lugar. Los dueños deberían, por el bien de su negocio, buscar dependientes amables.

Tampoco se le debe decir “carolingia” a la Usac, sino “carolina”, pues “carolingio” es lo referido a Carlomagno y a su época, pero quienes hemos insistido en eso, aramos en el mar y como se acerca la Huelga de Dolores, el término mal empleado suena constantemente.

selene1955@yahoo.com

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