“Paz nos deja un legado enorme con una obra monumental que abarcó varios géneros: ensayo, crítica de arte y poesía. También una ética irrenunciable a la libertad y una mirada extraordinaria sobre la condición humana. Sin duda, es de los últimos sabios humanistas y sus saberes enciclopédicos son un ejemplo de coherencia, disciplina, curiosidad intelectual, rigor y honestidad”, comenta el escritor Gerardo Guinea Diez, Premio Nacional de Literatura 2009.
“En Guatemala, cuando hablamos de Octavio Paz, por lo regular lo hacemos en su tarea de poeta y muy pocos lo valoran como el extraordinario ensayista que es. Fue un escritor siempre atento a los problemas importantes del tiempo que le tocó vivir”, agrega Enrique Noriega, Premio Nacional de Literatura 2010.
Noriega explica que la escritura de Paz es clara, precisa y riquísima en matices, y por eso mismo, en la medida en que evidenció los errores y barbaridades históricas del comunismo, fue duramente atacado, descalificado y denigrado. “Él se mantuvo firme en su postura por la libertad de pensamiento. Y se equivoca también el que habla de un Paz vendido al capitalismo, pues su crítica a ese sistema es igualmente mordaz”, afirma.
Guinea Diez opina que el mexicano tiene muchas obras emblemáticas que deben leerse, como Árbol adentro, Libertad bajo palabra, El laberinto de la soledad, Piedra y sol, Los hijos del limo, El arco y la lira, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, La llama doble, más toda su obra poética reunida por el Fondo de Cultura Económica. “Estas, más una infinidad de títulos, constituyen uno de los esfuerzos poéticos y ensayísticos más monumentales del siglo XX, en los que el lector encontrará las claves para comprender a la humanidad y la belleza y hondura de la poesía”, resalta.
Sin duda, Paz es uno de los grandes poetas de los últimos cien años, pero también uno de los pensadores más sólidos y profundos del siglo XX.