Rosas, claveles, crisantemos, que una vez lucieron su mejor traje, hoy han pasado a integrarse al entorno a donde manos bondadosas los trajeron, en una especie de recordatorio de que todos los días nos morimos todos, la mayoría un poco y otros, totalmente.
Las coronas de flores plásticas se hacen las valientes, pues, dicen, con su corazón de polímero y su esqueleto de alambre: miren a todas estas pobres, no aguantaron ni una semana y nosotras seguimos firmes. Nadie nos gana. Pero es estéril su lucha: la radiación ultravioleta igual dará cuenta de ellas en unas cuantas semanas.
¡Y aún así hay gente que se cree superior, intocable, impune, que hace lo que se le da la gana y no se arrepiente de sus acciones!