Este prosista de la angustia humana nació en Budapest el 9 de noviembre de 1929, pero vivió en Berlín durante una buena parte de su vida.
En el país germano fue distinguido con el prestigioso Premio Herder de las letras y el galardón de la Feria del Libro de Leipzig, y en el suyo, con la Orden de San Esteban, la máxima distinción.
Le tocó vivir de muy joven episodios muy trágicos de la II Guerra Mundial, la deportación a campos de exterminio nazis, de los que fue liberado en 1945, además de la persecución a comunistas en su propia tierra, donde estuvo encarcelado.
Pese a todo, Kertész resistió el dolor y el miedo de Auschwitz, Buchemwald y Zeitz, que le sirvieron -como dijo- “para matar fantasmas” en su novela Sin destino (1975), que llegó en 2005 también a los cines gracias a una adaptación cinematográfica del húngaro Lajos Koltai.
El autor dejó dicho sobre su primer libro: “Me niego a convertir esa radiografía sobre la Historia contemporánea en un mero archivo notarial”, porque “no sólo se circunscribe al genocidio hitleriano sino que la amplía a la posterior dictadura comunista que sufrió” su país.
Como novelista, Kertész apenas tuvo eco en la Hungría comunista, donde trabajó como periodista, y tuvo que esperar a la caída del Telón de Acero, en 1989, para ser reconocido en todo el mundo como un gran escritor.
Kertész trabajó en un rotativo que acabó convertido en órgano del Partido Comunista, y tras quedarse sin trabajo decidió dedicarse por entero a la literatura y, ocasionalmente, a la traducción.
Como traductor del alemán recuperó textos de Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud, Hugo von Hofmannsthal, Elias Canetti, Ludwig Wittgenstein, Joseph Roth, Arthur Schnitzler o Tankred Dorst.
Aparte de sus novelas, también ha escrito diarios (Yo-otro. Crónica del cambio, 1997) y piezas teatrales (Protocolo).
Entre sus obras destaca además Kaddisch para un niño no nacido (1990), cuyo título revierte el sentido de una oración judía que se reza en homenaje de los padres muertos.
Kertész, en declaraciones a la prensa húngara, aseguró que él considera que su mejor obra fue Fiasco, publicada en húngaro en 1988 y en español en 2003.
Asimismo, El diario de la galera (1992) y el ensayo Un instante de silencio en el paredón. El Holocausto como cultura (1993), sobre la realidad europea del siglo XX.
Kertész se convirtió en 2002 en el primer escritor húngaro galardonado con el Premio Nobel de Literatura gracias a sus novelas y ensayos. en los que plasmó su experiencia en los campos de exterminio nazis.
Títulos más recientes del nobel húngaro son Liquidación (2004), sobre la caída del comunismo en su tierra natal, Dossier K (2006), Cartas a Eva Haldimann (2009) o La última posada (2016).
En los últimos meses de su vida, Kertész trabajaba en la edición de su diario escrito entre 1991 y 2001, sin publicar aún.
El quehacer de Imre Kertész es fiel transcripción de una vida apurada por el destino y, a su vez, la falta del mismo, con el único remedio de la supervivencia ante tanto horror.
El autor húngaro visitó España en varias ocasiones, entre ellas, en 2001 para asistir en Madrid a un ciclo de la Residencia de Estudiantes y, en 2002, para participar en San Sebastián en un seminario sobre Europa Central.