La película trata de tres jóvenes que se preparan para una gira en España. Las jóvenes músicos comparten una historia inspiradora, exconvictas que hablan de las historia de abusos y violencia que vivieron en su niñez y de cómo llegaron a su cambio de rumbo con violines y violonchelos.
Ellas participaron como la sorpresa principal de la noche de la inauguración con una interpretación de la pieza Bella Ciao y Vivir mi vida, junto a su maestro Mario Marroquín.
Apenas unas horas antes de su presentación estaban nerviosas y emocionadas de conocer el teatro y después de probar sonido se retiraron a prepararse para la gran noche del estreno… se presentaría por primera vez fuera de su país el documental en que el mundo conocería sus temores, visiones y el paso diferente que dieron para su vida a través del arte.
El momento llegó para abrir el escenario a las jóvenes. El Centro Cultural Miguel Ángel Asturias estaba con una gran audiencia durante la inauguración y los aplausos después de escuchar a las artistas dejó a todos de pie como un reconocimiento al talento que el público escuchó.
“Una noche inefable, la premier que se merecían Daniela Galán, Brenda García, Yenny Hernández y nuestro documental El Sentido de las Cuerdas una producción de Kino Glaz. Hay una palabra que describe este momento “rubatosis”. Era tal la emoción que por un momento escuchaba mas los latidos de mi corazon que los aplausos”, publicó la directora Marcela Zamora, después de este momento que documentó en video.
Esta producción no fue posible inaugurarla de esa manera en El Salvador por el estado de excepción y únicamente fue a puerta cerrada.
Yenni, de 22 años, comparte que esta experiencia del estreno fue maravillosa y sintió el cariño del público. “Era como estar en casa y me sentí muy querida, las personas nos dieron un calor positivo y superamos las expectiativas”, dijo la estudiante de licenciatura en música,
“Espero que existan más oportunidades para los jóvenes, todos tenemos problemas y podemos llegar a hacer cosas diferentes, tocar vidas, pensamientos y transformar situaciones iguales que otros están pasando”, dice la ahora estudiante de psicología.
Para ellas no fue sencillo contar toda su experiencia frente a las cámaras. Daniela expresa que al principio pensó si era una buena idea participar en el documental, “no tendría más anonimato, mostraría mi cara y vida y sin saber el alcance que esto tendría, tenemos la oportunidad se ser una voz”, agregó.
Por su parte, Brenda y quien estudia ingeniería industrial, también de 22 años dice que esta es una oportunidad valiosa de contar la historia de ella y sus amigas y un espacio para que muchos jóvenes no tengan que pasar por el mismo camino que ellas pasaron”.
Una historia que busca ser luz
En una breve entrevista, Zamora comparte que esta producción nació después de su último trabajo llamado Los ofendidos en el que trata de las torturas de la Guerra Civil Salvadoreña, donde su papá fue torturado. “Venía de hacer documentales de temas complejos como migración, tortura, desapariciones, derechos humanos y con Los ofendidos llegué a mi límite, perdí la luz”, confesó.
“Siempre que se está filmando hay que encontrar un halo de luz, si no la gente sale derrotada del cine y al existir esa chispa la gente sale con ganas de hacer algo y con una complicidad en el tema…”, expresó.
Hace cinco años recibió una llamada invitándole a hacer una película sobre un grupo de niñas recluidas en un centro penitenciario de menores de edad y que presentarían un concierto. Ella no aceptó de inmediato, pero se presentó a conocer el proyecto. A su llegada al primer concierto las 60 jóvenes estaban unidas tocando dos sectores que se consideraban rivales y el único requisito era que se respetaran.
Ese día habló con algunas de las participantes y entre las respuesta, le impresionó una. Pregunté qué es lo más doloroso que le podrían hacer ahora… una de ellas respondió “que me quiten mi violín porque con mi violín es la primera vez que me siento valorada, parte de algo, humana y me siento apreciada”, Zamora dijo que su respuesta fue algo tan lleno de luz que le hizo querer seguir con el proyecto.
“Nunca creí que iba a encotrar tanta luz, esperanza, solidaridad, sororidad, amor en un recinto donde la gente no piensa que va a encontrar eso, en unas niñas y jóvenes que están estigmatizadas”, dijo Zamora.
Al entrar el gobierto de Nayib Bukele, en El Salvador, se prohibió a la prensa ingresar a las cárceles. Luego en la pandemia se comunicó con una de las jóvenes quien le dijo estaban en un refugio practicando para una gira y ahí comenzó a tomar vida este documental.
“No es un documental de pandillas sino un documental sobre unas niñas que fueron abusadas de todas las maneras posibles, el único refugio que encontraron fue junto a otros que también estaban dañados… eso fue una parte de su vida, transitorio, pero ahora son músicos”, comentó.
La cineasta también hace una reflexión de cómo a los jóvenes se les puede encaminar por el arte y no por la violencia. “En el estado de excepción en El Salvador, jovenes inocentes están siendo capturados, torturados y desparecidos, un cambio se puede hacer sin tanta violencia, se puede hacer a través del arte”, concluyó.