Escenario

Gustavo Rodríguez: “La vida no vale la pena si no tienes una red de afectos”

El ganador del Premio Alfaguara 2023 conversa luego del triunfo de su tragicómica novela ‘Cien cuyes’ donde explora el desgaste de la vejez frente al deseo de vivir.

El autor peruano Gustavo Rodríguez, ganador del Premio Alfaguara 2023

El libro del escritor peruano obtuvo el Premio Alfaguara entre 706 manuscritos enviados al concurso anual de literatura. (Foto Prensa Libre: John Reyes)

La historia de una mujer andina que llega a un barrio acomodado de Lima (Perú) para trabajar y acompañar a un grupo de adultos mayores con quienes teje una agridulce relación que fluctúa entre la vida y la muerte, se convirtió en la ganadora del Premio Alfaguara 2023. 

Meses después del anuncio revelado en enero de este año, el peruano Gustavo Rodríguez, autor de la novela Cien cuyes, se encuentra de gira por América Latina presentando la historia donde explora el espesor de la vejez, la nostalgia que se encarna con la muerte y el deseo por una vida digna, alcanzada la edad adulta mayor. 

El relato presenta una narración enternecedora y nostálgica que se trenza en la cotidianidad de distintos ancianos limeños cuyas revoluciones quedaron en el pasado y cuyas preocupaciones tienen que ver más con cómo pasarán sus últimos días.

Aunque Rodríguez ha explicado que Cien Cuyes surgió luego del trance de su suegro hacia la muerte, y de la partida de varias personas mayores quienes le marcaron, la historia funciona también como una crítica a la soledad y el sentido de lástima con las que muchas veces se ha sesgado al adulto mayor.

Con una ciudad mutante de fondo, Rodríguez se acerca con su más reciente novela a la inexorable idea de la transformación y también despliega en medio de las páginas un sentido de ternura y deseo por la vida.

 ¿De qué manera la idea de la muerte alteró esa materia prima con la cual construyó ‘Cien cuyes’ y que ya había sido inspirada por el fallecimiento de su suegro y varios de los adultos con los que en algún momento tuvo cercanía?

Alguna vez estaba lavando platos frente a la Bahía de Lima, en el Pacífico, y me enteré que había muerto el anciano dueño de la casa del costado, y que iban a construir un edificio, por lo que me iban a quitar esa vista. Eso me llenó de tristeza e indignación, y usé la escritura como la uso siempre: Para tratar de explicarme las preocupaciones que voy teniendo.

Así creé una anciana que le ocurre lo mismo que a mí, solo que con escasa movilidad. La ventana que le quitaban a ella era más dolorosa que la mía. Fue una manera de consolarme, y esta anciana quedó reposando como un cuento. A partir de ahí empecé a fabular imágenes de ese estilo con ancianos solitarios.

Lo que creo que ocurrió fue que la construcción inexorable del edificio se convirtió para mí en una metáfora de lo inexorable de la pérdida de facultades y de vida conforme vas envejeciendo.

Gustavo Ramírez: “La vida no vale la pena si no tienes una red de afectos”
‘Cien cuyes’ cuenta la historia de Eufrasia, una mujer que en medio de la necesidad económica encuentra trabajo como cuidadora y acompañante de adultos mayores. (Foto Prensa Libre: Penguin Libros)

Luego del recibimiento que ha tenido la novela y los acercamientos que le ha provocado, ¿cree que han cambiado sus nociones sobre la mortalidad frente al tiempo?

Sigo teniendo la misma relación frente a la muerte y es el deseo de seguir naturalizándola. Más que tenerle miedo, me da tristeza pensar en ella. Lo que se ha reafirmado es la noción sobre cómo vale la pena terminar la vida. Era algo que no tenía claro mientras escribía la novela y quedó más solidificado después: La vida no vale la pena si no tienes una red de afectos que te rodee.

Algo ocurrió conmigo que empezó a ser más abierta la relación de lo que sentía y quería compartir con los demás. Hoy abrazo a la gente el triple de veces que lo hacía en mi juventud. Creo que eso ha sido revolucionario para mi vida. Y algo de esa noción está trasladada finalmente en el libro.

Gustavo Ramírez: “La vida no vale la pena si no tienes una red de afectos”
Además de su carrera como escritor Gustavo Rodríguez también ha ejercido como publicista. (Foto Prensa Libre: Cortesía del autor)

La novela asoma una crítica a la soledad o el paternalismo con que muchas veces se asocia al adulto mayor. ¿Cómo fue revelada la necesidad de alejar esos estigmas y hablar de una forma constructiva sobre las relaciones en la vejez?

Creo que si hubiera escrito esta novela hace diez o veinte años no hubiera podido abordarla con cierto optimismo y, sin querer, dejar cierta luminosidad. Hay algo en mí que se rehúsa a entregar tinieblas. Cada una de mis novelas termina con un poco de luz entrando por más que el protagonista haya surcado una tormenta oscura.

También creo que si la novela evita el paternalismo o los lugares comunes de la vejez es porque con los años he aprendido que mi voz narrativa no debe juzgar ni debe adjetivar a los personajes, debe presentarlos lo más elegante e inteligentemente posible.

Ojalá para que sean ellos los que a través de sus diálogos “cobren vida” a los ojos del lector. Desde ese punto de vista se crea la ilusión que son los personajes los que están expresando su situación o destino, y no hay una voz  que habla por encima de ellos. Creo que esa es la ilusión que se crea con la aproximación literaria.

El autor peruano Gustavo Ramírez, ganador del Premio Alfaguara 2023
El autor peruano visitó Guatemala a finales de mayo del 2023 para presentar su novela ganadora ‘Cien cuyes’. (Foto Prensa Libre: Cortesía del autor)

La ciudad de Lima es otro personaje implícito y recurrente en el libro. ¿Cambió su percepción sobre este este contexto desde la mirada urbana y sociopolítica luego de concluir la historia?

Aquí como el foco de la novela está en lo doméstico, me parecía fuera de lugar que los grandes problemas políticos y sociales se colaran en los pequeños espacios que quería narrar. Las preocupaciones son otras: los personajes ya vivieron sus revoluciones, ya han visto menguada su calidad de ciudadanos.

El tema político sociopolítico no cabía dentro de la novela, pero es evidente que me gana el hecho de vivir en una sociedad tan conflictuada y me permito ciertas grietas por las cuales pasa esa brisa sin ser lo más importante quizá, pero ayuda a explicar el porqué de los destinos de los personajes.

También se explora la capa socioeconómica al presentar la vida de un grupo de adultos compartiendo una clase media alta. ¿Cuáles fueron las decisiones para entrar allí?  

Hay una decisión de que las personas que son cuidadas sean de una mesocracia alta o una burguesía de la capital, y quien otorga los cuidados es una migrante andina que tiene que abandonar su propia familia para cuidar a otra familia. Es lo que ves y lo que el sentido común me lleva a retratar. El reto está en cómo no convierto esto en un manifiesto o en un panfleto.

La otra decisión tiene que ver con que incluso dentro de clases acomodadas hay diferencias ideológicas matizadas. Tendemos a pensar que todos somos iguales. Lo mismo pasa con la burguesía.

En el libro quise expresamente colocar distintas miradas, formas de ver la realidad y de haber votado políticamente, pero con el mensaje de que, cuando solo quede en juego lo más importante de la vida, estas diferencias políticas quedan en segundo lugar para darle paso a la humanidad finalmente.

“Hoy abrazo a la gente el triple de veces que lo hacía en mi juventud. Creo que eso ha sido revolucionario para mi vida. Y algo de esa noción está trasladada finalmente en el libro (…)”. -Gustavo Rodríguez, ganador del Premio Alfaguara 2023

El deterioro y el dolor emergen cada vez más en la historia. El final sugiere preguntas sobre insistir o no en la vida. A pesar de esto, la ternura siempre brota en la historia. ¿Qué reflexión le genera pensar en la ternura frente al desgaste?

En el mundo actual la ternura es lo más revolucionario que existe. No nos damos cuenta que es el recipiente que nos podría contener para que fermenten seres humanos menos dañados en todas sus manifestaciones. Finalmente, las sociedades somos un conjunto de personas, pero hemos  olvidado eso.

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