Escenario

Hace 350 años falleció el Santo Hermano Pedro 

“Tenía cara de hábil el mancebo, el rostro aguileño, frente espaciosa, nariz afilada, ojos modestamente alegres, pelo castaño, y rubio, el de la barba, que entonces ya le honraba bien dispuesta”, escribió el cronista fray Francisco Vásquez sobre el Santo Hermano Pedro San José de Betancur, el primer y único santo guatemalteco, de origen español.

(Ilustración: Edición Prensa Libre)

(Ilustración: Edición Prensa Libre)

Nació el 19 de marzo de 1626  en una familia de alcurnia. Era descendiente  de los Maciot de Bethencourt, segundo gobernador de las  Islas Canarias, cita el libro Santo Hermano Pedro de San José de Betancur, de fray Damián Muratori y fray Edwin Alvarado, pero tenía la ilusión de venir al Nuevo Mundo para ser misionero y ofrendar su vida por la vía del martirio para alcanzar la salvación de su alma.

“A esa ciudad quiero ir, porque con júbilo  me siento inclinado a caminar hacia ella, luego que la he oído nombrar: esta es la primera  vez que oigo su nombre”, dijo por su paso en La Habana, Cuba, cuando escuchó hablar de Santiago de Guatemala.

Al llegar a la ciudad, encuentra a muchas personas de escasos recursos, enfermos y huérfanos a  quienes les muestra una nueva forma de vivir con dignidad a través de la fe, salud, educación y alimentación, dice el cronista de Antigua Guatemala, Enrique Berdúo.

Era robusto y gozaba de completa salud; pero el contacto con enfermos de infecciones, los continuos ayunos y desvelos, las flagelaciones y penitencias nocturnas sin abrigo y descalzo, aunado a una grave y descuidada infección en los dientes, quebrantó su salud. Murió el 25 de abril de 1667, a las 14 horas, a los 41 años.

Fue beatificado el 22 de junio de 1980, prolongado proceso que comenzó en 1771. El 30 de julio del 2002 fue elevado a los altares por Juan Pablo II.

A continuación, lugares por donde dejó huella y facetas poco conocidas del hombre cuya vida dedicó al prójimo.

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