Maldad que trae amarradas a la cintura las piezas de personas como si fueran muñecos desarmables. Sangre le baja por las barandas brillantes de bronce a la escalinata que conduce a los planes, los acuerdos, los diálogos nacionales que no se alcanzan a ver en una torre de babel de papel burocrático e historificado (diríase, petrificado).
Pulso de manos derechas, apretón de manos con dos izquierdas, estela con fechas astrales de profecías que deben cumplirse justo en… (es ilegible la han cercenado con motosierra).
Perdonen señoras, señoritas, señores, niños y jóvenes si el canto tiene un sabor amargo. Al final uno termina preguntándose lo mismo de siempre. ¿Hasta cuándo?
Por Gustavo Adolfo Montenegro