Este relato es un encuentro entre “el Asturias que su familia quería que fuera, el destacado abogado y el escritor de historias, un conflicto de intereses entre el Asturias y su madre”, indica el autor.
¿Cómo surge la idea de esta novela?
Surge en el marco de una reflexión sobre el significado de la relación filial entre Miguel Ángel Asturias y su hijo Rodrigo, que además, está atravesado por algunos de los temas más importantes de la historia reciente de Guatemala. Esta peculiar circunstancia me hizo pensar que una obra de ficción podría manifestarse espontáneamente.
Se nota la crisis y búsqueda de sí mismo —de Asturias— en la carta a su madre. ¿Acaso Asturias sufre de esto a lo largo de su literatura?
Toda literatura es una forma radical de búsqueda. Esta a su vez, es una forma de angustia, de sentimiento. Hay que recordar que el ser humano es prematuro, un ser incompleto. Miguel Ángel Asturias, como todo gran escritor, crea un mundo buscando, precisamente, esa figura, esa estética de la unidad que modela todos nuestros actos cognitivos y volitivos.
¿Cómo, después de una carta, hilvana un relato que pueda retratar a Asturias?
Esa carta, busca convertirse en el principio evolutivo de un relato literario. Allí nace el Asturias que conocemos, esa referencia simbólica de las culturas guatemaltecas.
¿Dónde se separa la realidad de la ficción?
Pienso que fue Miguel Ángel Asturias, precursor y maestro del realismo mágico, de quien aprendimos que la ficción es un proceso inmanente propio de la experiencia. Como dice Verlaine en su Art Poétique: “Que tu palabra sea la aventura/ En el viento crucial de la mañana…/ Y todo el resto es literatura”.
Hablar sobre Asturias es un reto, ¿es un reto mayor escribir y novelar sobre su vida?
Por supuesto. Novelar su vida, la vida de su hijo es, en el fondo, mostrar que lo que llamamos “literatura” es un diálogo complejo entre las obras literarias y de estas con la crítica. El reto se hace mayor cuando lo hacemos con un gran escritor como él.
En la vida de Asturias, ¿qué significado tuvo su madre?
Como en la vida de cualquiera, la madre tiene un significado profundo, pero en el caso de un escritor, la madre cobra más peso, profundidad y densidad. Me refiero, específicamente, al peso, a la espesura de la palabra. De ella recibimos el lenguaje en la forma viva del habla. Cuando, a través de la literatura, recreamos ese regalo, ese don, estamos volviendo a ella, a su seno para preguntarnos desde ese “cielo protector” el valor de la experiencia, de la libertad, de la legitimidad de la autoridad.
¿Asturias sigue siendo un referente del guatemalteco, de su pensamiento y forma de vida?
Absolutamente. Yo lo redescubrí estando lejos de Guatemala y sus palabras tuvieron el efecto de una epifanía. La obra de Asturias va más allá de un valor local. Pienso que él se apropió de los principios de esa vanguardia parisina en la que hay que incluir al James Joyce del Ulysses.
Presentación
Oswaldo Salazar presentará Hombres de papel, hoy, a las 19 horas, en librería Sophos, Plaza Fontabella, zona 10.