Escenario

Las “Remisiones”

De que a un infractor de la ley de tránsito lo remitían a un juez para que pagara multa surgieron las "remisiones".

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

Hay ocasiones en que, como lo menciona en su excelente libro Chapinismos del Quijote el escritor Francisco Pérez de Antón, las palabras cambian de significado al cruzar el Atlántico. Sufren, como lo dice el autor, un cambio total. Y a ese propósito, en Guatemala, llamamos “remisión” al papel que un agente de Policía nos da para que paguemos una multa cuando hemos infringido un reglamento de tránsito. El término, que se me escapó en uno de mis artículos pasados sin mencionar que es un localismo chapín, les llamó la atención a un par de buenos amigos. Seré indiscreta y diré que el primero que me lo hizo notar en un correo electrónico fue Andrés Zepeda, columnista cuyos artículos nunca me pierdo. Busqué en el DRAE y, en verdad, la palabra no tiene una acepción que se refiera al papel que dan los agentes de Policía para que uno pague una multa y así lo aclaré en mi siguiente columna: “Remisión” según el mencionado diccionario es: “Acción o efecto de remitir o remitirse. || 2. Indicación en un escrito, del lugar de él o de otro escrito, a que se remite al lector”.

Hace pocos días recibí otro correo electrónico de Ernesto Porras Castejón en el que textualmente escribe en la parte que aquí interesa lo siguiente: “Yo recuerdo que cuando un policía te sorprendía infringiendo la ley, extendía una nota que más o menos decía: ‘Señor Juez de Tránsito: El señor tal y tal no hizo su parada reglamentaria cuando el semáforo estaba en rojo, por lo que lo remito a usted… etc.’. Creo que de allí viene lo de “remisión”. Me parece que Ernesto tiene toda la razón, y que de esa nota que se remitía al juez surgió, como guatemaltequismo, la tan mencionada y detestada palabra ya antes mencionada. Digo “detestada”, porque los guatemaltecos no respetan las leyes de tránsito, pero sí protestan cuando se les impone una multa, las más de las veces bien merecida.

Me excluyo de esos trogloditas del tránsito, porque siempre respeto la ley, sea de lo que fuere, aunque dicha sea la verdad ya casi no manejo, pero obligo a mi chófer a que sí lo haga. Agrego que la mayoría de los conductores van como bólidos. Ignoran que cederle la vía a alguien que necesita pasar a otro carril es una obligación y lo que hacen es pisar el acelerador hasta el fondo para no dejarlo. Además obstruyen las bocacalles, se estacionan en lugares prohibidos y ni siquiera disminuyen la velocidad cuando un infeliz peatón osa atravesarse en su camino.

Más me aparté del asunto del que hablo: La lógica que tiene usar el término “remisión” cuando nos están remitiendo a que paguemos —no sé si todavía ante un juez de tránsito o directamente a un banco encargado de cobrar la multa— es totalmente aceptable. No obstante, no he encontrado el término en ningún diccionario de localismos ni en el de americanismos.

selene1955.@yahoo.com

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