No hay mejor ejemplo que el espectacular “sol cinético” concebido como elemento diferencial del escenario del Pala Olímpico de Turín (Italia). “Llevamos el sol con nosotros”, auguraba su diseñadora, Francesca Montinaro, ante los gigantescos arcos concéntricos que debían “girar sin parar” y dibujar tras la pandemia la imagen de un luminoso amanecer en el horizonte.
Al final resultó que el astro rey nunca salió. Se achacó a un fallo en el motor que impedía que la estructura se moviera lo suficientemente deprisa como para recuperar la posición entre temas. Otra teoría indica que la RAI planteó en origen este Eurovisión como su Festival de San Remo, con presentaciones extensas ante cada actuación, lo que habría dado tiempo al cambio, pero la UER se negó a ralentizar así el ritmo con 25 canciones a concurso.
El resultado fue que este sol nunca dio su otra cara y que algunas de las propuestas tuvieron que rehacer a toda velocidad su escenografía para evitar la imagen de un gigantesco arco negro en medio de sus proyecciones.
Aunque la disciplina de ediciones anteriores no haya sido la norma, sí se ha mantenido la fuerza del concurso, que este sábado celebrá su final con un pronóstico incierto pese a que Ucrania se haya mantenido en el primer puesto de las apuestas (sobre todo por la ola de solidaridad por la invasión rusa).
Entre sus máximos rivales está el británico Sam Ryder, que ha ido ganando posiciones con los ensayos gracias a un tema que suena como si James Blunt versionara a Elton John y Queen, con riff final de guitarra, agudos y un mono espacial negro muy similar al de la española Chanel. Además, despegará desde el puesto 22, muy cerca de las votaciones, y rodeado de temas más anodinos.
En esa lucha también estarán las baladas de la griega Amanda Tenfjord, que actuará en el decimoséptimo lugar, y sobre todo la de la sueca Cornelia Jakobs, vigésima, ambas en una segunda mitad para la que el azar apenas reservó cartuchos, no como en la primera mitad, donde se concentrarán la mayor parte de los cortes dinámicos y aspirantes al micrófono de cristal.
Ahí estará la representante española, Chanel, quinta en los vaticinios con una propuesta contemporánea y latina que estira el cliché español (chaqueta torera, abanico y fanfarria de trompetas).
Chanel saldrá en el décimo puesto y en territorio minado, entre los italianos Mahmood y Blanco, cuartos en las apuestas, y la holandesa S10, otro tema lento, pero al que siguen los ucranianos Kalush Orchestra y su contagiosa llamada a la patria.
¿Qué esperar del resto de la gala? Ni el carácter italiano debería impedir que todo comience a las 21 horas. Lo hará desde la Piazza San Carlo de Turín, con una llamada a la paz a través del “Give Peace A Chance” de John Lennon y la Plastic Ono Band.
En el escenario y rodeada por unos 8 mil asistentes con mascarilla, aguardará la anfitriona, Laura Pausini, que interpretará algunos de los éxitos en italiano de su carrera, de “Benvenuto” a “Io Canto”, pasando por “La solitudine” con la que, con 18 años, se hizo con la victoria en San Remo.
En cuanto a la competición, aún tras el triunfo de los roqueros Maneskin el pasado año, esta era de partida una edición caracterizada en lo musical por la sobreabundancia de temas lentos que las semifinales no llegaron a filtrar, por lo que el programa tendrá un ritmo muy irregular.
Mucho más interesante en su primer tramo, arrancará con el EDM actual y la esquizofrenia lumínica de los checos We Are Domi. Difícil resistirse después al influjo “kitsch” del rumano WRS y su estribillo en español (“Hola, mi bebebé, Llámame, Llámame”) ni al candor de la portuguesa Maro.
Entre globos gigantes, los famosos fineses The Rasmus serán la única cuota roquera a concurso. Poco después las Tanxugueiras francesas de Alvan & Ahez compondrán un buen aquelarre celta de fondo electrónico y los lobos amarillos de Subwoolfer traerán para Noruega una de las apuestas más cómicas y bailables de la noche.
La primera mitad se completará con Italia, España, Países Bajos y Ucrania, para entrar entonces en otro tramo más gris, con pocos pasajes diferenciados entre varios temas lentos y ampulosos como los de Azerbaiyán (puesto 15) o Australia (21).
Cabe destacar el remate con la exquisita voz del polaco Ochman y su balada catártica en el vigésimo tercer lugar o el country-pop del estonio Stefan como cierre total, pero sobre todo, entre medias, con la “performance” a lo Marina Abramovich de la serbia Konstrakta, estética y musicalmente una de las más singulares.
El público empezará a votar entonces y, mientras tanto, se podrá disfrutar de actuaciones como el popurrí de éxitos de Mika, que ejerce de copresentador de la gala, y especialmente de una figura histórica del festival, Gigliola Cinquetti, que fue la primera italiana en proclamarse vencedora de Eurovisión y que a sus 74 años retornará para interpretar su no menos emblemático “Non Ho L’Età”.
En el caso de que Ucrania se proclamara campeona de Eurovisión 2022, existe la posibilidad de ceder la organización del próximo año a otro país. En este extremo, RTVE ha negado que, como se ha publicado, hayan negociado acoger el festival en España en 2023… A no ser que sea Chanel quien se haga con el triunfo. “Let’s go”.