“Nos encontramos en un momento en que las mujeres llegan en masa” al cine latinoamericano, especialmente en México, Chile y Argentina, subraya Jean-Christophe Berjon.
Aunque los grandes festivales suelen ser criticados por su baja representación femenina, los seleccionadores de la muestra en Biarritz, cuya 31º edición acaba este domingo, “no tienen ni que preguntarse por la paridad”.
El sábado por la noche, el Abrazo a la mejor película –el máximo premio del certamen– recayó en “Los reyes del mundo”, de la colombiana Laura Mora, ya coronada con la Concha de Oro en el festival de San Sebastián hace una semana.
También en competición, la costarricense Valentina Maurel presentó su ópera prima “Tengo sueños eléctricos”, sobre la vida de una adolescente de clase media en un barrio de San José.
La directora, de 34 años, forma parte de los nuevos talentos de este país de América Central, un grupo donde “las mujeres son más numerosas que los hombres”.
“En el cine centroamericano, a veces abordamos las temáticas más urgentes, de orden social o político, pero yo me autoricé a ir más hacia lo íntimo, a tener cierta subjetividad”, explica la cineasta, que vive a caballo entre Costa Rica y Bélgica.
“Nuevo punto de vista”
“Las directoras aportan un nuevo punto de vista, con temáticas y personajes diferentes”, abunda el delegado general.
La selección de la muestra incluye tanto filmes de género fantástico como “Huesera”, de la mexicana Michelle Garza Cervera, como obras “claramente feministas”, como la de su compatriota Alejandra Márquez Abella, “El norte sobre el vacío”, inspirada en hechos reales y que describe un “universo machista”, en palabras de Berjon.
Esta nueva ola de cineastas latinoamericanas es fruto, según Maurel, de la “revolución feminista” que ha permitido salir de los “esquemas narrativos convencionales” y tener personajes femeninos.
“Estamos en una transición pero la próxima etapa es poder decir, cuando se es una mujer cineasta, que se hacen filmes y no filmes de mujeres”.
Entre sus fuentes de inspiración, cita a la argentina Lucrecia Martel, la chilena Dominga Sotomayor o a su compatriota Paz Fábrega, gracias a las cuales tuvo “el sentimiento de que era posible hacer películas siendo mujer en América Latina” y pudo “atreverse a ser una cineasta más libre”, con un cine “exigente” que mezcla “ambigüedad, intimidad y personajes”.
Maurel creó su propia productora para financiar su largometraje, en asociación con empresas belgas y francesas. En un país donde la industria del cine es inexistente, “la ayuda mutua y la solidaridad” cuentan mucho.
“Las mujeres tienen la valentía de lanzarse en este profesión que, en Costa Rica, no tiene ningún apoyo”, insiste.
“Huesera” también es el primer filme de su directora, así como de su guionista y su productora, señala el delegado general, para quien se trata de “una manera de hacer frente” unido.
A finales de octubre, el destacado festival de Morelia, en México, presentará una selección de largometrajes de ficción “el 80% de los cuales está dirigido por mujeres”, revela Berjon.