Tiene 23 años y lleva seis preparándose profesionalmente. Ha estudiado teatro, canto, baile y guitarra. Entre sus maestros ha contado con Willy Gutiérrez y Angélica Rosa. Primero estuvo en Kodaly, después en Performing Arts Studio. “Siempre uno persigue sueños”, dice, pero pronto aclara que es cuestión de trabajo y no solo de aspiraciones. Eso sí, los comentarios de la gente son importantes: “Cuando estás cantando en algún lado, te dicen cantás bonito, a uno le da impulso”.
¿Cómo te describirías como artista?
Creo que soy alguien muy perfeccionista. Con cada trabajo procuro hacerlo cada vez mejor. Quiero tener un sello personal, nuevos sonidos y lo busco hasta encontrar lo que de verdad me gusta.
¿Cómo es ese sonido que buscas?
Tiene que sonar como si fuera al aire libre, no encerrado, ni seco. Tiene que sentirse algo así como si estuvieras en el techo de un edificio y que al gritar no haya ecos, no hay nada alrededor, es algo fresco lo que busco.
¿Te gusta actuar en concierto?
Me encanta. A veces soy tímido, pero ya en un escenario, uno se transforma: sube la adrenalina, la emoción, el carisma y ahí es donde uno tiene que comprender que debe cantar bien y que ser artista es transmitir sentimientos.
¿Estás trabajando en tu primer disco?
Sí. De hecho vamos bastante adelantados, aunque el lanzamiento está para el otro año. Hay una canción de un venezolano, que es el hijo de Ricardo Montaner; hay dos de Geovani López y otras dos de un amigo músico: Gabriel Robles. Las otras cinco canciones son mías…
¿Cuál es el espíritu del álbum?
Es no aburrir con un solo tema o un mismo estilo: así, una guitarra muy distorsionada puede ir junto a una percusión latina. Creo que es jugar con sabores y estilos: no hacer monótono el disco.
¿Cómo darle unidad?
Sé que es un riesgo jugar con varios géneros, pero tratamos de meter varios ritmos en la misma línea. Lo que queríamos era jugar con esos sonidos.
¿Qué te dice la gente?
He hecho algunas presentaciones y la gente me ha respondido bien. Me han dicho: “Oí su canción en la radio” y eso me motiva a seguir. No he hecho muchas presentaciones por estar metido en lo del disco, pero la verdad es que sirve mucho cantar al público, como un refuerzo. En vivo se mira qué cantante es bueno y cuál es malo.
¿Cuál ha sido tu mayor desafío?
Creo que mantenerme exigente conmigo mismo, tanto para estudiar (música) como para saber presentarme ante el público. La gente le exige bastante a uno. Porque es imposible darse el lujo de decir: estoy haciendo mi disco, que es mi carta de presentación, pero cantar desafinado en un show.
Maruán es un nombre poco común…
Sí. Es de origen árabe. Mi familia es árabe y el encuentro de culturas me ha enriquecido. Creo que a esa ascendencia debo también el timbre de voz que poseo…
¿Y cuentas con familia en Medio Oriente?
Sí. Tengo mucha familia: mi abuela, tías y primos. De hecho, a veces uno se preocupa porque la situación allá es a veces difícil.
¿Disfrutas más en Guatemala o allá?
He estado en muchos países y puedo decir que la gente no tiene el calor de la de Guatemala.
Además de la música, ¿a qué más te dedicas?
Estuve en Agronomía, y soy empresario. No vivo de la música, pero sí vivo para la música.
¿Qué piensas de los certámenes reality?
Creo que hay mucho talento, pero en esos programas, la verdad, es que siento algo de pena por quienes participan, porque solo usan a la gente para su interés. Realmente no hay un récord histórico de músicos que trasciendan en esa modalidad. Creo que si uno va a salir adelante, si yo voy a salir adelante, es por lucha, esfuerzo y el apoyo de la gente.
Madurez, frescura y sencillez son características del cantante Maruán
“Ya en un escenario, uno se transforma: sube la adrenalina, la emoción, el carisma y ahí es donde uno tiene que comprender que debe cantar bien”.
“Creo que hay mucho talento, pero en esos programas… solo usan a la gente para su interés”.
Al opinar sobre los concursos reality de música.