“Hoy Pablo Escobar, a 30 años de su muerte, genera más noticias que cuando estaba vivo”, dijo Marroquín, en una conferencia en la capital chilena, en momentos en que se denuncia un aumento de las actividades del crimen organizado en el país.
Producto de lo que calificó como una glorificación de la actividad criminal y del personaje de Pablo Escobar, hoy “muchos jóvenes me escriben diciéndome: vi la película, vi la serie y quiero ser como tu papá”.
Sebastián Marroquín adoptó esa identidad a los 16 años, cuando junto a su familia se refugió en Buenos Aires tras la muerte de Pablo Escobar, extinto jefe del cartel de Medellín abatido por las fuerzas de seguridad colombianas en 1993.
En la capital de Argentina se instaló junto a su madre, María Isabel Santos, y su hermana. Estudió arquitectura y diseño y dedica gran parte de su tiempo a exponer sobre lo que considera la imagen real de Pablo Escobar, y no aquella que muestran las series.
“Mi padre no debe ser retratado como un caso de éxito, porque nunca pudo disfrutar nada”, afirmó.
“Yo me siento muchísimo más rico que mi padre, porque soy un hombre libre”, agregó Marroquín, al tiempo que contó que hoy es amigo de la mayoría de los hijos de los narcotraficantes que fueron enemigos de su padre y que le ha pedido perdón a centenares de sus víctimas.
Consultado sobre alguna recomendación para derrocar al narcotráfico, Marroquín se mostró partidario de regularizar el consumo de las sustancias. “Todo esa maquinaria de la prohibición ha generado este contexto”, dijo.