Recordó cómo de niño se escondía bajo el pupitre de madera durante los simulacros nucleares y dijo que aunque haya menos armas nucleares hoy, son “más poderosas y más sofisticadas que nunca”.
Una de las “grandes ironías”, expresó Douglas, es que el costo para mantener las reservas de armas nucleares es sólo superado por el costo humano y medioambiental que conlleva su uso.