Villanueva, después de presentar en Nueva York la nueva edición del diccionario la llevará a Chicago y Boston para darla a conocer allí también.
El director de la Real Academia Española, que estuvo acompañado del director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, Gerardo Piña-Rosales, entre otras personalidades, advirtió, no obstante, que tampoco hay que creer que el futuro del español en este país es “de vino y rosas”.
“Las lenguas son organismos vivos que pueden avanzar y retroceder”, insistió.
La nueva edición, publicada en octubre del 2014, incluye 93 mil artículos, 5 mil más que la del 2001, y para todos esos términos incluidos hay un total de unas 200 mil acepciones, entre ellas 19 mil americanismos.
Incorpora palabras que han surgido en Estados Unidos, derivadas del inglés, como “guardavida” para describir las funciones del socorrista, y otras nacidas más al sur, como “amigovio”, o, como dijo Villanueva, “un amigo con derecho a roce”.
El presidente de la Real Academia Española defendió las ventajas del idioma en un acto en la sede del Instituto Cervantes que sirvió para repasar la evolución y los riesgos de una lengua que, con espacios tan dispares, tiene tantas similitudes.
Recordó que el español que se habla en América tiene muchos acentos y entonaciones, pero dijo que “el 90 por ciento de los términos son comunes”.
Citó un trabajo de una universidad de Nueva York que analizó los términos incluidos en periódicos de Estados Unidos, Chile, Argentina y Colombia y que llegó a la conclusión de que el 99 por ciento de las palabras usadas “están todas ellas en el diccionario de la lengua”.
“Habla de una enjundia de la lengua española verdaderamente admirable”, insistió, citando ese trabajo, de la investigadora Luana Ferreira, neoyorquina de origen dominicano.
Recordó que el primer diccionario de la lengua española fue publicado en el siglo XVIII y el actual incluye tres veces más palabras que las que estaban en esa primera edición, de seis tomos, que vio la luz entre 1726 y 1739.
Defendió su idea de que el español no se ha convertido en una “lengua global” por la colonia española en América, sino por la independencia de los países del continente.
“Después del proceso histórico de las independencias americanas, a la hora de construir los Estados se tomó la decisión de que la lengua vehicular de relación entre los ciudadanos tenía que ser la española”, afirmó Villanueva.
Citando otros estudios anteriores, Villanueva recordó que las comunidades latinas de Estados Unidos han convertido a este país en la segunda nación hispanohablante del mundo, después de México, con unos 50 millones de personas que usan ese idioma.
Dijo que muchos hispanos nacidos en Estados Unidos están recuperando la lengua española porque “se convierte en un activo, no un estigma del que hay que huir”.
Villanueva se mostró a favor de eliminar prejuicios políticos sobre algunos términos recogidos en el diccionario que pueden llegar a molestar a determinados grupos de opinión.
Piña-Rosales, el director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, la de más reciente creación, insistió también en que las lenguas como la española “están hechas unas de las otras”.
“El español tiene una larga historia de calcos y muestras de otras lenguas”, afirmó, y dijo que hoy en día, “nos guste o no”, algunos de esos calcos vienen del inglés, especialmente en Estados Unidos.