Hay que resaltar que fue motivante ver la humildad de artistas del tamaño de Patricia Orantes, Ricardo Jovel, María Mercedes Fuentes, Luis Carlos Pineda y Amarilis Mejía – todos de Rayuela – que hicieron tramoya y soporte técnico, a la par de otros colaboradores independientes como Esteban Jax.
Este grupo aportó todo su entusiasmo, conocimiento y fuerza física, para que las cosas estuvieran en su lugar a la hora exacta, en el lugar correcto y funcionando como en las salas mejor equipadas.
Trabajo que si bien no lo ve el público (y algunos actores), es indispensable para el desempeño del espectáculo.
La respuesta al festival arrojó un balance positivo y la idea debería de tener réplicas en el futuro por múltiples razones.
Tal vez la más importante de ellas es que las nuevas generaciones entren en contacto y puedan autoevaluarse a partir del desempeño de cada participante. Sólo con ver se aprende.
Fue imposible asistir a todas las presentaciones, es por eso que algunas, como la propuesta de El Epidauro, se escapan a este registro. Este grupo puede rastrearse a partir de ciertas actividades del MUSAC, carteleras culturales y otros espacios en el Centro Histórico.
El miércoles 24 de noviembre “Teatro Taller las Américas”, cuya cabeza principal es Guillermo Ramírez, puso en escena “La Noche de Los Cascabeles” de Mario Monteforte Toledo.
En total, siete historias cortas ensambladas, según el programa de mano, por un número igual de directores.
El grupo, coherente por su trabajo en equipo, está compuesto por jóvenes que no han de rebasar los 21 años. De entre ellos hay que destacar como un artista de múltiples posibilidades, sin desmeritar a los demás, a Miguel Salay.
Éste representó a “Emiliano Zapata”, “Miguel”, “Armando” y a “El Pardo”, creando cuatro personajes ajenos entre sí, sin repetirse.
Entre las historias, también presentadas por este grupo, hay que mencionar la de “Ignacio Fulgores”.
En ésta, “Trini” (Alejandra Iriarte) e Ignacio (Diego Ramírez) desarrollan un emotivo encuentro en el que dejan lucir el texto de Monteforte y realzan sus dotes histriónicos, bien contenidos, manejados con mesura y pero con fuerza suficiente… (continúa).