Se trata de Dorothy Pflug, quien dejó profunda huella en la cultura artística de Guatemala a través de su labor, de treinta y pico de años, en el Instituto Guatemalteco Americano (IGA). Doris regresó a USA en 1988 y a partir de aquel año, sólo nos vimos unas cuantas veces sin la oportunidad de dar continuidad a la relación familiar interrumpida por la distancia.
El viaje tuvo muy buen comienzo y se dio gracias a un pretexto que se me hizo muy atractivo: Asistir al concierto en vivo de Donna Summer, quien dicho sea de paso, merece una columna aparte por la calidad de su espectáculo.
Al final lo que se planificó como una reunión de unos quince días se extendió por mucho más de dos agradables meses. Temporada que gocé por múltiples razones. Como bono extra, pude apreciar parte de la historia artística de Guatemala desde otra perspectiva.
Para los jóvenes que no la conocen las experiencias guatemaltecas de Dorothy, que no narraré completas en este espacio, comienzan en el desaparecido Colegio América. Más adelante, en la 9 calle de la zona 1, en el antiguo edificio de IGA (o sea el caserón que se conoce como el hotel San Carlos).
Allí, a través de las actividades culturales entró en contacto con infinidad de personajes que se han entrecruzado en el tiempo.
Entre sus memorias destacan nombres como los de Roberto Gónzalez Goyri, Dagoberto Vásquez, Ramón Ávila, Francisco Tún, Daniel Schafer, Rosa Elena Curruchich, Regina Prado de Batres, Arnoldo Ramírez o Ricardo Mata, sólo para citar unos cuantos nombres relacionados con el ámbito que me es más familiar. Ello sin mencionar el cariño tan especial que siente por Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera y Tasso Hadjidodou, todos ellos personajes que hemos tenido la suerte de conocer.
Dorothy Pflug tiene en su casa retazos de Guatemala que, sumados a su personalidad, hacen de su entorno un espacio vivo y colorido. Su biblioteca es un reflejo vivo de nuestras costumbres, que son tan suyas que confunden hasta a los propios inmigrantes.
Se me olvidaba, es tan perfectamente bilingüe que trabaja como traductora simultánea en las cortes del Condado de Orange y por eso se mantiene al tanto de la comunidad centroamericana. Tal es su afinidad con lo nuestro que consiguió, en los Estados Unidos, los paches más deliciosos que he probado en mucho tiempo.
El chef que los prepara es originario de Santa Rosa y llamado Damián (Continúa el próximo lunes 14).