Esta se parece más a un coma farmacológico inducido y reversible que a un sueño profundo, de acuerdo a un estudio de investigadores del Hospital General de Massachusetts, de la Facultad de Medicina Weill Cornell, en Nueva York y de la Universidad de Michigan, en Ann Arbour, en EE. UU. Tras la anestesia, “el cerebro queda muy, muy tranquilo”, enfatizan los autores.
En los datos se explica que, si bien suele describirse la anestesia general como “quedarse dormido”, hay importantes diferencias entre esas condiciones y apenas algunas coincidencias entre los estados más profundos del sueño y las fases más leves de la anestesia.
¿Cómo se induce?
“Los actuales pilares de la anestesia son la hipnosis —con anestésicos intravenosos o inhalados—, los relajantes musculares —reducen la resistencia de las cavidades abiertas y permiten la ventilación artificial— y los opiáceos —fármacos contra el dolor que evitan las molestias postoperatorias—”, explica el médico Pere Vila, anestesiólogo del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, España.
Durante la cirugía, el anestesiólogo vigila los signos vitales del paciente, controla la tensión, ritmo cardiaco, respiración y temperatura corporal; además, verifica en todo momento si está poco o muy dormido y se realizan los ajustes para evitar un despertar precoz, detalla Vila.
Respecto de los temores que genera la anestesia en algunas personas son infundados, porque “las complicaciones leves, sin efectos secundarios, son del 20 por ciento, y la probabilidad de una grave es de una por cada 10 mil casos”, afirma.
Dos de cada mil pacientes, como máximo, se despiertan de la anestesia durante una operación, circunstancia considerada como una complicación ocasional, según investigadores de la Universidad Ruhr, en Bochum, Alemania.
De acuerdo con este estudio, cuando el paciente mantiene la consciencia durante una operación, la causa suele ser una inadecuada profundidad de la anestesia.
Además, estos episodios pueden verse promovidos por ciertos factores de riesgo. Los niños son de ocho a 10 veces más propensos a experimentar esos momentos bajo la anestesia, así como el empleo de analgésicos a largo plazo o el abuso de fármacos por parte del paciente.
También las cesáreas, las operaciones de urgencia y las intervenciones que se realizan de noche, conllevan mayor riesgo de tener episodios de consciencia.