Eso suele ocurrir con las películas. Si bien algunas producciones, especialmente con aquellas inspiradas en libros o cómics, que ya dan un adelanto de lo que puede ocurrir.
Pero de pronto, un hecho casi insólito en la actualidad, hay quienes se atreven a crear historias originales, o con apenas algunos vestigios de sucesos reales, para presentar una película lo suficientemente novedosa como para sacudir a la crítica y la taquilla.
El género de terror fue uno de esos espacios en los que lo que algo que fue novedoso se volvió repetitivo. Un asesino desfigurado que lleva una máscara en el rostro y un arma filosa en la mano, caminando despacio, de alguna manera alcanzando a una chica que por más que corra no encuentra escapatoria.
Fue una fórmula exitosa en Alien, el clásico de Ridley Scott, que planteó varias interrogantes sobre la exploración espacial, además de la angustia de cómo la soledad interestelar se agudiza con la presencia de una criatura horripilante. Luego fue replicada, muchas veces sin éxito, en otras cintas.
Caso similar se puede asumir con The Blair Witch Project (El proyecto de la Bruja de Blair), con una de las traducciones más fidedignas que se pudo ver jamás y un largometraje tan insólito, en sus formas, como exitoso.
Una historia sencilla
Tres estudiantes de cinematografía deciden ir a un bosque en Maryland, Estados Unidos, para documentar los incidentes que se le atribuyen a la bruja de Blair.
El grupo, con equipo para acampar, parte hacia lo que, se presume, fue su perdición. Es 1994, por lo que una videograbadora de película será la única herramienta para documentar.
El resultado es una filmación artesanal, con cortes bruscos, poca iluminación, audio intermitente, cortes de batería, nuevas cintas… Una película casera, pues.
Y así como casera, con esa confusión, pero todo contado desde el primer plano de los protagonistas, quienes incluso se ven forzados a usar la lámpara de la cámara para ver mejor (¡No existían los celulares con linterna, para más horror!), termina por crear un formato espeluznante.
De verdad se percibe más como un documental que como una película. De verdad no se sabe qué pasó más que desde los ojos de los jóvenes. Fue hasta años después donde alguien encuentra las cintas, y hasta allí se sabe un poco. Nada más.
El tráiler de por sí ya deja palpar las sensaciones. Incluso cientos de personas creyeron que se trataba realmente de un documental. Otras épocas.
¿La más exitosa de la historia?
Los contextos determinan y por ahí es cierto que esta película solo podía funcionar en la transición a un nuevo milenio, en 1999.
The Blair Witch Project se estrenó, primero, en enero de ese año en Sundance, pero llegó a los cines en julio. Ya se comenzaban a usar constantemente los foros y sitios de chat en internet, pero hablar de una red social o la viralización de videos era algo impensable entonces.
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Para vivir la experiencia y ver la película, de verdad, se debía ir al cine. Y allí fueron millones de curiosos para saber de qué se trataba esto: ¿de verdad es una historia real? ¿Qué clase de personas podrían estar detrás de esto?
Fueron Daniel Myrick y Eduard Sánchez los escritores y directores del largometraje. Los protagonistas fueron Heather Donahue, Joshua Leonard y Michael C. Williams (los actores usaron sus nombres reales). Si se busca en internet se puede encontrar a más personas de la producción, porque finalmente es una lista pequeña.
Eso sucedió porque la voluntad creativa era más que los recursos. Contó con apenas un presupuesto de US$60 mil (una cifra baja si se habla de cine incluso en esa década), se filmó en ocho días, se usó película de 16mm y la escena final (sin spoilers) pasó en una casa de 200 años de antigüedad.
¿El resultado? US$140.5 millones recaudados solo en Estados Unidos. Es decir que por cada dólar invertido en la película, se retornaron US$2,341. Un éxito total. Ah, en el resultado también se incluyen dos secuelas, una en el 2000 y la otra en 2016, pero que no vale la pena comentar.
Las réplicas de sustos
Lo que sí vale traer a la discusión son los destellos que The Blair Witch Project dejó en el cine.
El formato de primera persona y de cintas perdidas inspiró a otros cineastas en el género del terror. Algunos lo lograron con éxito, pero cabe mencionar que es difícil justificar en la actualidad que tres jóvenes se pierdan sin que uno de ellos tenga un teléfono inteligente en el bolsillo.
Pero sí hay maneras de retomar esa idea, la de las tomas espontáneas, de alguna manera.
Para empezar, un video de terror y que trae el mal a quienes lo vean, como ocurre en The Ring (2002) no se aleja mucho de la Bruja. Aunque los ejemplos más claros de ese estilo se vieron en Rec (2007) y Paranormal Activity (2009).
En la primera, dirigida por el español Jaume Balagueró, se desenvuelve en un edificio en España donde un virus ha atacado a los vecinos que viven en el lugar. Una reporta y su camarógrafo ingresan para hacer su trabajo, pues acompañaban a unos bomberos, para darse cuenta que terminan encerrados y son testigos de primera mano del horror en el lugar.
En la segunda, de Oren Peli, la trama también se desarrolla en una casa, pero ahora son las cámaras de seguridad que muestran cómo una pareja se ve afectada por la presencia paranormal de unos seres. Una lección de cine astuto para resolver problemas de movimiento y espacio.
Que la vean los más valientes.
Al igual de The Blair Witch Project, tanto Rec como Paranormal Activity tuvieron secuelas poco meritorias pero aún disfrutables. El formato se volvió recurrente y las historias, con poca novedad.
Quizás la mejor manera de explorarlo y vivirlo nuevamente es en el videojuegos, otro campo que se reforzó bon la Bruja de Blair, con juegos como Resident Evil o Silent Hill.
Ahora, en 2019, también se estrenó un juego mismo de The Blair Witch Project, que ahora sí hace que el mismo espectador, ahora jugador, se meta en la historia. No nos atrevemos a jugarlo, pero ya usted podrá contarnos sus impresiones.
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