Poco después de llegar a una universidad de una pequeña ciudad estadounidense, Lucas inicia dos relaciones, una con una colega, Rita Chichards (Parker Posey) , que intenta superar un fracaso matrimonial, y otra con su mejor alumna, Jill Pollard (Emma Stone), que se convierte en su mejor amiga.
Muy en la línea de Match Point, la cinta pone en evidencia que no hay filosofía, “esa masturbación verbal”, ni filósofo que pueda explicar el comportamiento humano. En la película de Woody Allen, la verdad, la mentira, la traición, las relaciones humanas, vuelven a formar parte de una trama fluida en la que destacan las fantásticas actuaciones de Emma Stone y Joaquim Phoenix.
Esta proyección era una de las más esperadas de esta 68 edición del festival pese a que el director artístico, Thierry Frémaux, admitió que no había logrado convencer al neoyorquino para que se presentara a la competición oficial.
La última obra del cineasta, el más europeo de los directores estadounidenses, se inspira de nuevo en la filosofía que impregna buena parte de su filmografía para tratar de dar una respuesta a las obsesiones del autor: las relaciones hombre-mujer, en particular los instintos básicos que arrastran a sus personajes a la depresión, el sentido de la vida o la justicia.
Woody Allen siempre ha reconocido que en su adolescencia lo marcó la obra de Ingmar Bergman.
“Sus películas me fascinaron”, asegura. “Entonces, no había leído ni a Nietzche ni a Kierkegaard, que tanto marcaron al cineasta sueco, pero los temas que abordaba me impactaron”, ha reconocido el prolífico estadounidense, cuyas obsesiones personales son objetos de estudio de los filósofos.
A sus 79 años, el estadounidense nunca se alzó con la Palma de Oro, el máximo galardón que otorga Cannes, pero en el 2002 recibió la Palma de las Palmas, una recompensa a su prolífica trayectoria y quintaesencia del cine de autor.
Woody Allen siempre ha reconocido que en su adolescencia lo marcó la obra de Ingmar Bergman.