Vida

Flores devotas

Ambiente: Esta naturaleza forma parte de la tradición cuaresmal

La fragancia del corozo y el colorido de una diversidad de flores -moradas, amarillas y blancas- forman parte de la Cuaresma guatemalteca.

La naturaleza juega un papel importante en estas tradiciones. Es así como cada año salen a relucir para acompañar la celebración de la Pascua, explica el licenciado Celso Lara, del Centro de Estudios Folclóricos, CEFOL.

La belleza de las flores se aprovecha para decorar alfombras y altares, incluso algunas cobran importancia por sus aportes medicinales.

Corozo

Sin lugar a dudas el aroma de la temporada. El corozo (Sheelea preussii) pertenece a la familia Arecaceae. Su inflorescencia es grande, tiene la forma de una canoa; ésta se abre cuando las flores maduran. También hay otra especie conocida como manaca, es una palma sin frutos.

Su hoja sazona se emplea para la construcción de techos en regiones cálidas, ya que es fresca, y la verde, para hacer sombreros. Dentro de las palmeras nativas de Mesoamérica, ésta es la más majestuosa, elegante y de tronco ancho, explica el químico biólogo Armando Cáceres, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC.

Su sabia ha sido utilizada por algunas comunidades indígenas para la fabricación de bebidas fermentadas. Sus semillas son ricas en aceite, por ello son empleadas para hacer jabones y otros productos aromáticos que requieren grasa.

Candelaria

Es la primera orquídea (Cattleya skinneri Batem, de la familia Orchidaceae), que anuncia la Semana Santa, es muy vistosa porque tiene flores cercanas, entre 5 y 7 cms de largo, explica el ingeniero Mario Véliz, del herbario BIGUA,de la USAC.

Para el mundo prehispánico, sobre todo la región q’eqch’i fue muy apreciada por su color morado; florece entre febrero y abril, agrega Lara.

Coralillo

Sus frutos son de color naranja, es una especie nativa de Guatemala; el coralillo (Citharexylumdonell-smithii), se pueden encontrar en huertos familiares, cercos vivos de terrenos baldíos, y comunidades nativas a una altitud menor de los dos mil metros, asegura el ingeniero Véliz.

Desde la época precolombina se han aprovechado sus bondades medicinales: para cicatrizar heridas y quemaduras.

También se fabrican jabones para esos fines. Además se utiliza para aliviar los síntomas del catarro y el reumatismo.

Jacaranda

Ésta (Mimosifolia) pertenece a la familia Bignoniaceae, y es originaria de América del Sur.

En esta época botan todas las hojas, quedando sus flores pequeñas de color lila. Son utilizadas para tratar la amebiasis, indica Cáceres.

Lara añade que las primeras alfombras que se mencionan a finales del siglo XVI fueron elaboradas con estas flores.

Muy coloridas

También el matilisguate (Tabebuia rosea, de la familia Bignoniaceae), está ligado a la tradición. Sus flores son rosadas, claras y oscuras. Las mujeres solían recogerlas para ofrendárselas a la Virgen Dolorosa en el primer viernes de Cuaresma. En el templo de la Escuela de Cristo, Antigua Guatemala, y en El Calvario, aún se mantiene la tradición.

En cada región las personas utilizan las flores que tienen a la mano, de allí que algunas prefieran aprovechar las boganvilla (Bouvangillea sp); la gravilea (Grevillea robusta), de la familia Proteaceae, originaria de Australia. Se encuentran en todos los cafetales de la Antigua, dice el ingeniero César Azurdia de la USAC. Se emplean como adorno, leña y para la fabricación de goma.

La begonia (Begonia sp) de la familia Begoniaceae, también se aprovecha en esta tradición; así como el clavel de panamá (Hibiscus rosacinensis); el pájaro exótico (Strelitzia reginiae), y el crisantemo (Chrysanthemum sp).

Blanca

La azucena es una planta exótica nativa del Sur de áfrica (Lilium longiflorum) utilizada especialmente el Jueves Santo en los altares, ya que representa la albura de la eucaristía. Se cultiva en zonas templadas de Guatemala, y aunque no tiene propiedades medicinales su belleza es indiscutible.

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