Mas me aparté del tema: Hay en Europa un idioma cuya procedencia se ignora: el vasco, hablado en las vascongadas españolas y en el Pays Basque, francés, con diversos dialectos. Algunos estudiosos lo relacionan, sin poder probarlo, con el ibero (prerromano), el aquitano y otros con el georgiano. Existió también otro idioma en la Edad Antigua: el etrusco, que no se sabe de dónde vino. La admirable civilización etrusca se mezcló con la latina, tanto que los últimos tres reyes de Roma fueron etruscos y a ellos se les deben muchas obras, entre ellas la “cloaca máxima” que aún funciona. La lengua latina dominó y del idioma etrusco solo se sabe que casi no se sabe nada.
Lo mismo sucede con el japonés y sus dialectos, de origen incierto, que pidió prestados los caracteres ideográficos chinos para tener cultura escrita. No viene del tronco sinotibetano como el mandarín, los dialectos que se hablan en la China y el tibetano. El coreano también es una lengua aislada. Cuentan en un libro que tengo por ahí, refundido, que cuando varios misioneros vascos llegaron al Imperio del Sol Naciente se entendieron perfectamente con los japoneses en vascuence, pero no hay pruebas de que sea cierto.
A mi amiga Berta le encanta formular hipótesis a cual más descabelladas y jura que los vascos descienden de los neandertales, que supuestamente desaparecieron hará unos 30 mil años, y los japoneses del hombre de Chancelade —una hipótesis ahora descartada—. Alega que el factor RH negativo y el tipo O abundan en los vascos, más que en cualquier otro grupo étnico —los etruscos se mezclaron—. Yo, como de sangre nada entiendo, mejor me callo y sigo lucubrando de dónde pudieron venir esos idiomas ajenos a todos los troncos conocidos.