Mónica Cordera, que acudió a este pasarela por tercera vez, experimentó con estampados, tejidos y colores hasta construir una colección muy abrigada, “en la que la superposición de prendas es fundamental”, precisó la diseñadora.
Como novedad, Cordera introdujo prendas de piel de cabra tibetana y cordero de Mongolia, “animales que se comen”, puntualiza esta joven diseñadora que cuenta con tres tiendas propias en Oviedo (norte), Orense y La Coruña (noroeste), además de vender on-line y en espacios multimarca.
Sobre la pasarela mostró piezas de punto artesano con pompones y flecos, así como un bonito abrigo de piel de cordero desmontable, “que se puede convertir en cazadora o chaleco, en función de las necesidades”, detalla la diseñadora.
Singular y exquisita fue la colección de Madrubb, firma compuesta por José María Fernández y Vanesa Carrasco, un matrimonio que trabaja toda su colección en látex, un tejido que adquiere connotaciones más románticas gracias a los primorosos bordados artesanales.
“Formo parte de la tercera generación de bordadores, toda mi familia se dedica a bordar”, desvela José María Fernández, quien también da delicadas y mimosas puntadas para los grandes de la moda como Dior, Givenchy, Balenciaga o Pertegaz.
Más colorista fue la colección de David Christian, que, al inspirarse en la cultura de los indios sioux, propuso vestidos vaporosos largos y cortos, así como faldas midi y pantalones de pata de elefante.
Como novedad incluyó seis estilismos para niñas, idénticos a los de adulto, “por si alguna mamá quiere vestir igual que ella a su hija”, cuentan Paloma Chacón y María Roca, madre e hija que forman el tándem creativo de la firma.
Contenidas son las propuestas de Aurelia Gil, que juega con la cultura de Oriente y Occidente hasta construir una colección moderna y práctica con toques románticos y decadentes en la que pantalones anchos, chalecos, vestidos camiseros y faldas de vuelo son protagonistas principales.
Sobresalió un inmaculado vestido de gasa, de manga larga, muy vaporoso, teñido en azul pavo real y realzado con bordados que representan la arquitectura balinesa.
Con paños y lanas lisas, coloreadas en blanco, mostaza, fresa y marrón, Juanjo Gómez construyó piezas con reminiscencias retro con gruesas cremalleras y grandes bolsillos que se codeaban con otras más etéreas de organza y gasa adornadas con lentejuelas.
Siluetas ceñidas, patrones desestructurados, tejidos con mucha presencia y telas adamascadas marcaron la colección para hombre y mujer de Juan Brea, creador de la firma Brea, que se decanta por faldas lánguidas con distintos largos y cortes asimétricos.
El Londres más bohemio y multicultural de los años 70 sirvió de inspiración a Charo Azcona que propuso prendas folk arropadas con volantes y encajes.