Asimismo, los portugueses en mejor forma física se atreverán a recibir el año saltando de una silla con dinero en la mano con la meta de atraer la prosperidad y el buen augurio.
También tienen dos curiosos antídotos contra la mala suerte: comenzar el año golpeando cacerolas o barriendo la entrada de las casas.
Mientras en España reciben el año comiendo doce uvas, sus vecinos portugueses ingieren pasas.
La despedida del año la pasarán muchos portugueses en dos de las mayores fiestas abiertas del país, la de Lisboa, en la Plaza del Comercio, y en Oporto, en la Avenida de los Aliados, donde habrá música y fuegos artificiales.
No obstante, uno de los focos más impresionantes es en el archipiélago de Madeira, que cada año acoge uno de los mayores espectáculos de pirotecnia del mundo.