Convalecía de dichas intervenciones quirúrgicas cuando fue atacado por una grave neumonía. Falleció la mañana de ayer.
Algo de su vida
Rigoberto Bran estudió la primaria en la Escuela Normal y aprendió linotipia (1940 a 1944) en los talleres del diario Liberal Progresista. En 1944 fundó el periódico juvenil El Debate, y en 1945 entró como reportero al diario La Hora, donde fue redactor y jefe de información.
En 1959, Bran Azmitia pasó a ser subdirector del Archivo Nacional, donde encontró amontonados muchos periódicos sin clasificación ni mantenimiento alguno. Es cuando comienza la principal tarea de su vida: la creación de la Hemeroteca Nacional, de la cual sería director vitalicio, reconocida oficialmente por acuerdo gubernativo del 28 de octubre de 1960, firmado por el presidente Miguel Ydígoras Fuentes.
Además, Bran Azmitia destacó como poeta, impulsor de la literatura e historiador. Entre sus libros están: ?Vida y misión de una hemeroteca? (1967), ?La Politécnica en sus primeros tiempos? (1977), ?Parnaso antigüeño?, ?Parnaso quetzalteco? y ?El hermano Pedro en la poesía guatemalteca? (1984).
También trabajó en un ?Índice general de las obras periódicas que posee la Hemeroteca Nacional? y ?Biografía del doctor Pedro Molina? (inéditas).
Lo que recuerdan de él
Tasso Hadjidodou, agregado cultural de la Embajada de Francia y amigo de Rigoberto Bran: ?Se dedicó en cuerpo y alma a su carrera desde la adolescencia. Era como un hombre orquesta y hacía de todo en el periodismo. Con él teníamos una efigie muy simpática: yo tengo una foto de Rafael Arévalo Martínez, que considero era su padre espiritual, Rigoberto Bran y yo, estamos allí los tres secos y nos reíamos mucho porque Rafael decía que debíamos escribirle un grabado en el que dijera: -?De huesos a huesos hablemos un poco?, concluye Hadjidodou.
Oscar Marroquín Milla, director del diario La Hora, donde Rigoberto Bran colaboró asiduamente (publicó su último artículo el 27 de marzo), dijo recordarlo ?como un gran amigo y compañero de toda la vida… Era todo un caballero, y cuando se le pidió ayuda para todo, nunca falló?.
Alfonso Enrique Barrientos, escritor y amigo: ?Aparte de su aporte intelectual tan intenso, se dedicó a la cultura. Al principio trabajó como linotipista en el Diario de Centro América. Fue un gran poeta y no le gustaba mucho decirlo. Era muy sencillo, muy altruista. Daba cualquier cosa por la gente, lo que él pudiera?.
Para recordar a Rigoberto Bran quizá lo mejor sea seguir las palabras de su hijo, Héctor Hugo Bran Quintana: ?Era un hombre público digno de imitarse. Dedicó su vida a construir escuelas, bibliotecas y hemerotecas, y a escribir acontecimientos importantes de la historia del país?.
Reconocimientos
A lo largo de su vida recibió muchos, desde los conferidos por los gobiernos hasta los pequeños homenajes de escuelas y entidades periodísticas, literarias y culturales de todo el país.
En 1961 recibió la Orden del Quetzal. En 1976, la Orden de San Silvestre, conferida por el Papa Paulo VI. En 1981, el Emmeritisimum de la USAC. En 1988 fue Ciudadano Distinguido por la Municipalidad de Guatemala. En agosto del 2000, al celebrar los 40 años de la Hemeroteca, el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla de la Paz.