“Como ella solo trataba moléculas sintéticas, preguntó a su marido, investigador especialista de la fotosíntesis, si no había una molécula natural que pudiera provocar saciedad”, indicó la universidad en un comunicado.
El investigador se orientó hacia los tilacoides, membranas de las hojas verdes que se piensa disminuyen la velocidad de la digestión de los lípidos. De esa manera hacen trabajar a todo el intestino, que difunde más hormonas de saciedad. La científica escogió las espinacas como fuente de esos tilacoides.
“Comer espinacas no es suficiente, sin embargo. Hay que molerlas, filtrarlas y centrifugarlas, para liberar así a los tilacoides de las células de la planta, porque nuestro cuerpo no puede separarlos de las espinacas frescas de manera directa”, subrayó la universidad de Lund.
Quince personas que tomaron polvo de espinacas diluido en agua cada mañana dijeron que de inmediato resistieron mejor a las tentaciones de la mañana o de la tarde, difíciles de vivir para quienes buscan controlar el peso.
Estas personas “encontraron más fácil limitarse a tres comidas por día, en comparación con el grupo de control que bebía una solución sin la substancia activa”, informó la universidad. También tenían más hormonas de saciedad en su sangre.
Esta sustancia debe descubrirse todavía, pues los tilacoides de las espinacas contienen “centenares” de sustancias que podrían tener ese efecto de calmar la sensación de hambre, subrayó Erlanson-Albertsson.