Así se halló que los que realizaban actividad física de manera regular tenían tres veces más posibilidades de mantener una buena salud en comparación con los que llevaban una vida sedentaria.
La actividad física, señala la publicación, reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes, apoplejías, depresión y alzhéimer.
Además, quienes llevaban una rutina de ejercicios enfrentaron menos problemas para realizar las acciones diarias, como lavar la ropa o vestirse.
Una quinta parte de los que participaron en la encuesta gozaban de buena salud, ya que no sufrían de ninguna enfermedad mental crónica o problemas físicos.
Nunca es tarde
Hacer ejercicios regularmente a lo largo de la vida es lo ideal, pero hay beneficios incluso si se empieza después, pasados los 60 años, destacaron los investigadores, del University College London.
El médico Mark Hamer, de esa universidad, dijo que el mensaje es que hay que “seguir moviéndose cuando uno es anciano”.
Hamer precisó que tener actividad física no se limita a asistir al gimnasio o a correr, sino también incluye la jardinería o salir a caminar.