Más allá de su papel en la absorción del calcio y la regulación de los niveles de calcio y fósforo, la vitamina D contribuye al desarrollo óseo, mejora la función muscular y respalda el sistema inmunológico.
La dermatóloga Maureen Barahona explica el vínculo entre la exposición solar y la vitamina D: “La epidermis, la capa más externa de nuestra piel, es donde ocurre la conversión de la provitamina D3 a colecalciferol mediante la exposición a la luz ultravioleta tipo B (UVB). Este proceso desencadena una serie de eventos que finalizan con el desarrollo de calcitriol, la forma activa de la vitamina D, en el hígado y los riñones“, dice Barahona.
En cuanto a la forma de obtener esta vitamina, la doctora Barahona comenta que la Academia Americana de Dermatología aboga por una exposición solar del 5% del cuerpo al menos dos veces por semana durante el verano, equivalente a aproximadamente 20 minutos, para satisfacer las necesidades diarias de vitamina D.
Según anota Barahona, una falta de exposición solar no solo priva al cuerpo de la oportunidad de sintetizar vitamina D, sino que también conlleva riesgos significativos para la salud.
Desde una mayor vulnerabilidad a fracturas hasta un aumento en la incidencia de cáncer de piel, mismo que según apunta la Organización Mundial de la Salud es el quinto con más casos de muerte en el mundo.
La deficiencia de vitamina D puede traducirse en debilidad muscular y un mayor riesgo de fracturas. Además, en regiones donde las personas se mantienen mucho tiempo en oficinas o en sus casas, la falta de exposición solar adecuada puede aumentar aún más el riesgo a largo plazo de desarrollar las afecciones, advierte la doctora Maureen Barahona.
Hablar de exposición al sol no solo tiene solo beneficios físicos, sino que también impacta positivamente en nuestro bienestar emocional.
Barahona señala que, al exponemos al Sol, nuestro cuerpo aumenta la producción de betaendorfinas en la pituitaria del cerebro, generando una sensación de bienestar comparable a la experimentada durante el ejercicio intenso. Este fenómeno contribuye a elevar los niveles de felicidad y bienestar general.
Qué es un baño de sol
Según apunta la dermatóloga y doctora Angela Guzmán, los baños de sol, también conocidos como helioterapia, han sido una práctica utilizada durante siglos para aprovechar los beneficios de la luz solar.
De acuerdo con la dermatóloga, estos consisten en sesiones donde de forma moderada, las personas pueden exponerse al sol durante 15 a 20 minutos, especialmente cuando la radiación UVB es menos intensa. Históricamente esto se ha asociado con la estimulación de la síntesis de vitamina D.
La doctora Maureen Barahona señala que generalmente los baños de sol suelen recomendarse en bebés, puesto que los recién nacidos pueden experimentar ictericia neonatal, una condición que torna su piel un poco amarillenta debido al aumento en la producción de bilirrubina.
“Es algo normal, pero en algunos casos, la producción puede ser excesiva, por lo que exponer a los bebés al sol puede ayudar a descomponer la bilirrubina, facilitando su eliminación del cuerpo” explica.
Aunque es una opción, la doctora argumenta que se recomienda evitar la exposición solar del bebé durante las horas pico, entre las 10:00 y las 16:00 horas.
También se debe vestir a los bebés con ropa ligera, preferiblemente sin protector solar. Barahona comenta que la Academia Americana de Dermatología sugiere que los protectores solares para bebés se utilicen a partir de los seis meses.
El tiempo de exposición al sol es fundamental tanto para los bebés como para las personas de otras edades. Sin embargo, no siempre es recomendado un baño de sol para quienes no sean bebés.
Es válido considerar la exposición al sol, pero si mantenemos el rostro y las manos expuestos durante al menos veinte minutos bajo un sol suave, ya obtenemos suficiente vitamina D. “Personalmente, creo que los baños de sol prolongados pueden resultar innecesarios y, en realidad, podrían causar más daño, especialmente porque aumenta el riesgo de cáncer de piel”, señala la doctora Barahona.
Aunque se ha visto que los baños de sol se recomiendan más para bebés, ya que ayuda a prevenir el aumento de bilirrubina que puede resultar en trastornos neurológicos, también se aconseja la exposición solar para los adultos mayores, cuya piel tiene una menor capacidad de conversión a vitamina D.
En el caso de los jóvenes que están más activos al aire libre y seguramente tendrán expuestos el rostro y las manos, la recomendación tiene que ver con generalidades como evitar el pico alto del sol entre las 10:00 y las 16:00 horas, así como portar ropa adecuada y utilizar bloqueador solar.
De acuerdo con la dermatóloga Angela Guzmán, los fototipos de piel, clasificados del uno al seis, definen una relación entre la tonalidad cutánea y la cantidad de melanocitos presentes en la epidermi: A mayor fototipo, más abundantes son los melanocitos, esas células encargadas de conferir color a nuestra piel y, a su vez, de proporcionar protección contra la radiación ultravioleta (UV).
Este mecanismo de defensa natural sugiere que los fototipos más altos poseen una mayor capacidad para resistir la penetración de la radiación UV, mitigando así los riesgos asociados con la exposición solar. A pesar de la conexión sugerida, Guzmán explica que las investigaciones en torno a este fenómeno son limitadas.
Cuidados generales a la exposición solar
Es fundamental comprender que la exposición prolongada al sol puede dejar huellas invisibles que, con el tiempo, podrían convertirse en riesgos significativos para la salud cutánea. La doctora Guzmán enfatiza que la detección temprana y la atención adecuada son herramientas cruciales para prevenir la progresión de estas lesiones hacia formas más graves, como el cáncer de piel.
La exposición al sol puede desencadenar daños agudos, siendo el daño al ADN uno de los más destacados. Guzmán señala que además, la exposición solar puede inducir envejecimiento prematuro, quemaduras e incluso inmunosupresión, debilitando las defensas naturales de la piel.
Por otro lado, Barahona explica que el fotoenvejecimiento o daño crónico causado por la exposición a la luz solar afecta el colágeno y el tejido elástico de la piel. La dermatóloga destaca que este proceso también puede desencadenar carcinogénesis, vinculado con la reparación incompleta del ADN. Si el ADN no se repara completamente, existe un riesgo significativo de desarrollar cáncer.
“De hecho, el cáncer de piel representa el 50% de todos los cánceres a nivel mundial”, dice Maureen Barahona quien insiste en la necesidad de que las personas comprendan que hay una dosis límite de producción de vitamina D al exponerse al sol, y que superar esta dosis no proporciona beneficios adicionales, sino que puede aumentar los riesgos de problemas cutáneos y de salud más graves.
Antes de sumergirnos en la exposición solar, es crucial entender que el cuidado adecuado es esencial para evitar riesgos para la piel. Algunas recomendaciones para cuidar este órgano son:
- Protector Solar: Aplicarlo 15 minutos antes de cualquier exposición. Nos debemos asegurar que sea de amplio espectro y tenga un factor de protección solar (FPS) adecuado, entre 30 y 50.
- Duración y Hora de Exposición: No excedas los 20 minutos de exposición. Es preferible asolearse antes de las 10:00 horas o después de las 16:00, para evitar las horas pico.
- Tipo de Ropa: La ropa de poliéster ofrece una mayor protección, mientras que la de algodón, aún siendo fresca, provoca la entrada directa de luz.
- Al salir: Además de usar protector solar en crema, en la calle se puede utilizar un sombrero de ala ancha con al menos 10 centímetros o del tamaño de la palma de la mano. Prendas frescas de manga larga y pantalón también pueden ayudar.