Salud y Familia

Científica guatemalteca trabaja en descubrir la cura contra el cáncer terminal

A sus 28 años, la ingeniera guatemalteca en Biomedicina y Ciencias Ambientales Andrea Celeste del Valle ha alcanzado un logro que muchos científicos sueñan con obtener: descubrir una cura para el cáncer, enfermedad que causa la muerte de 8.8 millones de personas al año a nivel global.

La ingeniera guatemalteca en Biomedicina Andrea Celeste del Valle, durante su labor investigativa en el laboratorio universitario, en Taiwán. (Foto Prensa Libre, cortesía de Andrea Del Valle)

La ingeniera guatemalteca en Biomedicina Andrea Celeste del Valle, durante su labor investigativa en el laboratorio universitario, en Taiwán. (Foto Prensa Libre, cortesía de Andrea Del Valle)

Del Valle vive en Taiwán desde hace 10 años, donde ha llevado a cabo sus estudios universitarios e investigaciones. Ha sido una estudiante destacada, a quien se le autorizó prescindir de la maestría después de haber concluido sus estudios de licenciatura, para continuar directamente con su doctorado, que cursa actualmente.

 

La científica concedió entrevista a Prensa Libre sobre los detalles de su descubrimiento, para comprender cuáles son los efectos de este tratamiento anticancerígeno en el organismo, que constituye una gran esperanza para quienes han desarrollado esta enfermedad. “Aún es largo el camino, pero saber que no soy la única que confía en esta medicina me hace tener esperanzas de que triunfará”, indica la joven investigadora, que espera que este medicamento sea accesible para todas las personas. Del Valle enfocará sus estudios en los próximos años a combatir las infecciones bacterianas y, en un futuro, aplicar la medicina tradicional maya.

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¿En qué consiste el tratamiento para tratar el cáncer y cómo lo descubrió?

Los tratamientos que hemos desarrollado consisten en una simple idea: minimizar la interacción de la quimioterapia con las células normales (o no cancerígenas) y aumentar la acumulación de la droga en el tumor.

Podríamos explicarlo de esta manera: imaginemos que inyectamos un 100% de la medicina, de la cual un 1% (exagerando) se queda en el tumor. Este es un gran problema hoy en día, puesto que se debe elevar la dosis para “matar” al tumor; al mismo tiempo, la quimioterapia no distingue entre las células cancerígenas y las sanas, que se dividen rápidamente —células de la piel o de la sangre— y provocan severos efectos secundarios en el paciente.

Además de esta problemática, la droga que llega al tumor hace morir a células cancerígenas, pero muchas sobreviven y ahí es en donde empieza la resistencia hacia la quimioterapia. Hay estudios en clínica que han hallado que después de 50 minutos de quimioterapia se descubren células resistentes a la medicina en el cuerpo del paciente. Es algo que pasa casi instantáneamente en la clínica y no lo podemos evitar.

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Ahora, la nanotecnología consiste en “empacar” gran dosis de medicina en pequeños “nanorobots” —hechos de hierro, oro, platino o carbón— y acumularla en el tumor para matarlo con mayor efectividad. Sin embargo, la acumulación de partículas en tumores también no ha sido efectiva, al constituir 5% de la dosis administrada por un efecto llamado EPR (Enhanced Permeability and Retention Effect o Efecto de Retención de Permeabilidad Mejorada).

Yo me enfoqué en estudiar la interacción de las nanopartículas con la luz, al utilizar láseres para “autorizar” el desprendimiento de la medicina. Además, las nanopartículas, al interactuar con la luz, pueden calentarse o generar ROS (Reactive Oxygen Species o Especies Reactivas al Oxígeno), al propiciar que no solo la medicina llegue al tumor, sino que genere hipertermia —aumento de temperatura— que también eliminan y “queman” a las células cancerígenas. Es un sistema dos en uno. (Aquí se puede leer la investigación).

La idea no es nueva, varios grupos en todo el mundo han estado tratando de desarrollar este mecanismo. Me alegra que muchas más personas también tienen la misma visión que la nuestra. No es una competencia de quien es mejor, sino es un trabajo en equipo de todos los científicos del mundo.

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¿Qué tipos de cáncer se pueden tratar con este tratamiento?

Hemos tratado cáncer de próstata, mama, ovario y cervical. Actualmente hemos finalizado los ensayos preclínicos. En los modelos animales trabajados, el tratamiento no presenta ningún efecto secundario alguno.

¿En qué casos resulta efectivo este tratamiento?, ¿por qué no se aplica en etapas tempranas?

Los tratamientos son efectivos tanto en tumores resistentes como en los no resistentes. Sin embargo, es más fácil crear medicina que pueda “matar “a las células no resistentes en ensayos preclínicos, pero después termina fracasando en la clínica cuando son utilizados en humanos. Por ello, creamos el modelo de cáncer resistente para probar la eficacia y el potencial de nuestro sistema.

Imagen que aparece en el estudio publicado sobre las nanopartículas antitumorales, de Andrea Celeste del Valle.

¿Cuáles fueron los resultados de la eficacia?

Con estos tratamientos podemos erradicar un 99% del tumor. Solo con quimioterapia se pudo eliminar únicamente un 5%. Lamentablemente, es muy difícil erradicar el tumor por completo, porque siempre quedan células cancerígenas que después resultan en remisión. Se necesitan más estudios para poder comprender este fenómeno. Por otro lado, es importante resaltar que a pesar de que se ha demostrado que estos sistemas han funcionado en ensayos preclínicos, es muy probable que fracasen en tejidos más heterogéneos obtenidos de biopsias. Debido a esto, solamente un 8% de toda la medicina que logra pasar los ensayos preclínicos termina saliendo al mercado.

¿Cuándo y dónde podrá comercializarse este tratamiento?

Aún falta mucho. Actualmente estamos muy emocionados de que hemos logrado triunfar en los estudios preclínicos, que duraron entre cinco y siete años. Se necesita otros cinco a 10 años y fondos —unos US$86 millones en inversión— para que estos estudios puedan ser utilizados por primera vez en pacientes.

De todas las nanopartículas creadas en los últimos años, solamente dos tienen licencia para ser utilizadas en humanos, de las cuales se ha demostrado su capacidad de tratar el cáncer. Aún es largo el camino, pero saber que no soy la única que confía en esta medicina me hace tener esperanzas que triunfará. No me importa si es nuestro trabajo o el de otro equipo, sino estoy satisfecha de que exista un tratamiento eficaz que logre erradicar los tumores y al mismo tiempo eleve la calidad de vida del paciente.

Otro problema con la nanotecnología es el costo. La quimioterapia es costosa, a la que se le agregaría el costo del hierro o del oro utilizado para las nanopartículas. Una terapia tan efectiva como esta sería solamente accesible para aquellos que la pueden pagar. He ahí la importancia de que las empresas privadas, aseguradoras, hospitales y farmacéuticas tengan un sistema eficaz para poder facilitar el acceso a la medicina a un precio cómodo.

¿Cuáles son sus proyectos científicos en un futuro?

Pienso seguir en la investigación. Simplemente es mi vida. Quiero trabajar en dos posdoctorados para ganar más experiencia y enfocarme en el tratamiento de infecciones bacterianas en los siguientes cinco años. Actualmente en los países desarrollados se ha disminuido la mortalidad del cáncer en un 30%. En cuestión de años (y con nueva medicina) pienso que esta cifra mejorará y esta enfermedad ya no será tan mortal como en la actualidad. El problema será la resistencia a los antibióticos. Ya se están descubriendo los primeros casos de bacterias tolerantes a estos medicamentos. Esto es más peligroso que el cáncer, pues puede crear una pandemia y matar millones en cuestión de meses por ser algo contagioso.

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¿Cómo han trascurrido sus años de estudios y vida en Taiwán y por qué eligió este país?

Taiwán me ha tratado bastante bien. Tuve problemas de salud en mis primeros años de universidad. No tenía familia que cuidara de mi, pero los taiwaneses me cuidaron y me ayudaron en todo lo que necesitaba. Estoy enormemente agradecida con el pueblo taiwanés. La experiencia de venir a Taiwán ha sido única, me ha hecho expandir no solamente en cuestiones académicas, sino personales y culturales.

Elegí Taiwán por el mandarín. Quería aprender un idioma único y difícil. El poder del mandarín se encuentra que una sola palabra y que puede tener una gran historia por detrás. Con solamente cuatro caracteres es posible contar una bella historia o una tragedia.

Es un lugar futurístico, con un pueblo que lucha unido por sus ideales y el bien común. Tienen gran respeto y responsabilidad hacia la nación. La isla es pequeña y se le da la vuelta en tren en un día. Pero tienen deseos de desarrollo y futuro muy grandes, algo de lo que muchos países carecen.

¿En qué otros centros educativos se han especializado?

El mandarín lo aprendí en la National Taiwan Normal University, donde durante un año asistí a clases intensivas. Mi ingeniería en Biomedicina y Ciencias Ambientales la obtuve en National Tsing Hua University, una universidad de gran prestigio en Asia y el mundo. Mi doctorado es en esta misma universidad. También obtuve un certificado profesional en Genética y Genoma en la  Universidad de Stanford.  Además, obtuve 12 diferentes certificados en línea en diferentes universidades como Yale, John Hopkins, y Duke.

¿En qué países ha sido presentado su trabajo?

Mi investigación ha sido presentada en diferentes conferencias internacionales en Singapur, China, Taiwán, Japón y Grecia. He colaborado en siete artículos con otros científicos, entre ellos un capítulo de un libro. Actualmente preparo la publicación de tres artículos más, como primera autora.

¿Cómo piensa aplicar sus descubrimientos en Guatemala?

En Guatemala hay tanto por hacer y descubrir. Creo en la iniciativa privada y su eficacia para obtener un desarrollo. Quizás empiece con mi propio centro de investigación. Mis aportes se basarían en educación e investigación.  Quisiera investigar esa enorme joya de medicina tradicional maya que aún se encuentra un poco olvidada y crear remedios a partir de esta para diversas enfermedades.

¿Cuáles han sido los principales aprendizajes de sus estudios?

Mi experiencia se basa en trabajar materiales en escala nano. He trabajado con hierro, oro, plata, cobre, carbón, platino y cobalto. Mi logro técnico más importante fue crear el modelo resistente de cáncer en un modelo animal. El método que logré implementar reduce grandemente los errores técnicos, es más eficaz, y ayudará a científicos de todo el mundo.

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¿Qué consejos le puede dar a los jóvenes que quieren seguir una carrera científica?

Crear, resolver problemas y analizar situaciones que muchos consideran imposibles es parte del pasatiempo. La diferencia entre la ciencia y la ingeniería es que la primera se enfoca en lo que es, mientras que la ingeniería, en lo que se puede hacer.

Conjuntamente, científicos e ingenieros, son quienes nos sacaron de la Edad de Piedra y desarrollaron las grandes ciudades que ahora vemos.  Han esculpido el presente y moldearán el futuro. En ellos está el futuro de la sociedad y el desarrollo del mundo en que vivimos. Las respuestas a problemáticas que existen en la sociedad también estarán basadas en los conocimientos de científicos e ingenieros.

Estas carreras se basan en hacer las cosas eficientes y mejores. Siempre se busca el progreso. Nunca se termina de aprender y siempre hay algo más por descubrir. La jornada es difícil pero muy satisfactoria. Se necesita de autodisciplina para lograr las metas y sueños personales. Es muy difícil a veces, pero vale la pena.

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