El llamado ADN “oscuro” o “basura”, aunque no codifique proteínas, parece que incide en la regulación de los genes cercanos al controlar o modular la expresión y también absorbe los cambios en el genoma y facilita la evolución, por lo que será más fácil estratificar pacientes de cáncer, es decir, saber qué tratamiento necesitan de acuerdo con sus características, según Di Croce.
El investigador recordó que, hasta ahora, se elegía el tratamiento que debía seguir un enfermo de cáncer al tener en cuenta el 2 por ciento del genoma que se consideraba útil porque codifica proteínas, y eso ha llevado a muchos fracasos.
En cambio, aseguró que si se considera el 98 por ciento restante, la estratificación de pacientes puede ser “mucho más exacta” y el tratamiento más eficaz, y por lo tanto incidir en menos costes para el sistema sanitario.
Sobre todo, se podrá “reducir el impacto psicológico” y los “efectos colaterales” sobre el cuerpo por recibir un tratamiento que no se ajusta exactamente a sus características.
Di Croce afirmó que los médicos están en el comienzo de “trasladar este hallazgo a la práctica” y recordó que se está haciendo un “esfuerzo global” por parte de laboratorios de todo el mundo para avanzar en esta cuestión; “hay que estudiar ese 98 por ciento, no se puede ignorar”, insistió.
El biólogo, que investiga los mecanismos epigenéticos implicados en la diferenciación de las células madre y en cáncer, dijo que la utilidad del 98 por ciento del genoma se ha pasado por alto durante tanto tiempo por culpa de la visión tradicional y “dogmática” de la expresión de los genes.
El investigador consideró fundamental estudiar la epigenética, no sólo para avanzar en el conocimiento del cáncer sino también en otras patologías, desde la esquizofrenia hasta el Síndrome de Rett.