Datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señalan que, debido al cambio climático, la alteración en el uso de la tierra, el uso de plaguicidas, así como plagas, la población de polinizadores se han disminuido en todo el mundo.
Mariposas, murciélagos, colibríes y abejas, figuras que engloban las especies polinizadoras más comunes en el planeta, son amenazadas por los efectos de la actividad humana.
La disminución de estos animales supone un riesgo para la supervivencia de ecosistemas que son esenciales para la producción y reproducción de cultivos, como plantas silvestres.
Según explica la ONU, casi el 90 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse, mientras que el 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo necesitan en cierta medida de la polinización.
Dado que los polinizadores “no solo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad”, las Naciones Unidas conmemoran cada 20 de mayo el Día Mundial de las Abejas con el propósito de crear consciencia sobre las especies polinizadoras, las amenazas a las que se enfrentan y su contribución al desarrollo sostenible.
Las abejas y su aporte a la humanidad
“Las abejas ni siquiera saben que están salvando al mundo o manteniendo la vida en el planeta”, asegura Luis Eduardo Girón, ingeniero agrónomo y fundador de la Colmena Don Antonio, quien explica que en el mundo hay más de 20 mil especies de este insecto, de los cuales 385 confluyen en Guatemala.
Dada la polinización que realizan, las abejas nos permiten sobrevivir a través de la reproducción de las plantas. Este proceso ocurre cuando, atraídas por el olor y color del néctar, se acercan a las flores. Posadas sobre el objetivo, la vellosidad de su cuerpo resulta impregnada por el polen de las flores.
El ingeniero explica que luego de volar y generar carga estática positiva, las abejas se posan sobre otras flores esparciendo el polen, lo que provoca un ciclo de fecundidad entre las especies de plantas. “Lo más importante es reconocer que esta especie está en todos los ecosistemas terrestres, dentro de círculos donde hay vegetación”, añade Girón.
A la vez, cabe recordar que por cuenta propia y como respuesta a su ciclo biológico, estas especies son capaces de producir miel desde el néctar recuperado. El ingeniero Luis Eduardo comenta que, desde la Edad antigua, los humanos se han valido de la mencionada capacidad productiva de los insectos para consumo propio, y ha podido verse reflejado en culturas como la maya, egipcia, sumeria e india.
Una variedad de productos que surgen de la misma miel o la colmena presentan distintos beneficios para la salud de las personas.
En cuanto a la miel, sus aportes pueden verse en varias cantidades de fructosa, glucosa, maltosa, sacarosa y grasa. Sus antioxidantes ayudan a la reducción de ataques al corazón y la disminución de la presión arterial.
Este producto también puede llegar a prevenir embolias, e incluso varios tipos de cáncer. El colesterol se ha visto mejorado en medida del consumo de la miel, así como los triglicéridos se ven reducidos.
Por otro lado, se ha logrado ver una efectividad en la liberación de vías respiratorias, así como también ayuda a sanar quemaduras y fortalece la cantidad de minerales y aminoácidos.
El propóleo, otro de los productos derivados de la colmena, ayuda a combatir bacterias, virus y hongos, contiene efectos antiinflamatorios y ayuda a curar la piel, según apunta información del sitio Medline Plus.
La jalea real contiene grandes valores nutritivos y convierte al producto en un buen suplemento alimenticio. Por otro lado, la cera es una opción cosmética idónea para la disminución de cicatrices de acné y marcas en la piel.
El polen consta de posibilidades en cuanto a que brinda energías y mejorar procesos digestivos.
La apicultura: Qué es y cómo acercarse a ella
El uso de este recurso natural ha dado la pauta a procesos como la apicultura. Según explica Pedro Alpírez, fundador del proyecto Miel Mil Flores, esa actividad hace referencia al vínculo de las personas con el arduo trabajo de las abejas. A través de distintas técnicas y sistematizaciones, los apicultores buscan recolectar el néctar, así como ayudan a que las abejas puedan alimentarse.
Pedro Alpírez explica que para llevar a cabo el proceso de apicultura se necesita encontrar un espacio óptimo para establecer las colmenas. Para ello, es necesario contar con estudios de factibilidad y un lugar de floración donde las abejas puedan recuperar néctar y agua.
Para la apicultura también se necesitan barreras vivas y características naturales como la sombra. En cuanto a los instrumentos que se requieren para esta actividad son: guantes, buzo, ahumadores, espátulas, cepillos, cajas para la colmena, rejillas, piqueras y trampas.
El agrónomo Luis Eduardo Girón apunta que cualquier persona puede generar una práctica desde la apicultura. No obstante, es necesario el acompañamiento y formación con especialistas de proyectos apícolas, así como de instituciones que investiguen este campo. Uno de estos espacios podría ser el Programa Moscamed Guatemala del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación.
Girón agrega que, para provocar las colmenas, es importante considerar la temperatura y el clima, ya que es ideal que las colmenas se mantengan los lugares cálidos porque entre mayor humedad puede haber riesgo que surjan parásitos y las abejas se enfermen. También hay riesgos en cuanto a la producción de la miel.
Más allá de los cuidados a las abejas, la apicultura también puede tener beneficios emocionales en las personas, infieren los especialistas entrevistados. Luis Eduardo Girón destaca que el involucramiento con colmenas puede enseñar sobre el enfrentamiento contra miedos y estigmas frente a las abejas. “Se aprende a tenerles respeto, ya que pueden percibir las emociones”, comparte Girón.
Pedro Alpírez agrega que la formación social-arquitectónica de las abejas puede ser una lección organizativa. “Todas trabajan en una misma línea y con el mismo propósito: proteger, luchar y cuidar la colmena. Considero que su mayor lección de vida es el trabajo. A veces podríamos hacer las cosas individualmente, pero cuando trabajamos en equipo las cosas son más fáciles”, agrega Alpírez.
Un jardín dulce
Entre los elementos esenciales para procurar la cercanía de las abejas destaca la vegetación. Rosalinda Bay, del proyecto Paisajismo Nativo, señala que esto puede lograrse con la creación de un jardín dulce, el cual permite el acercamiento de polinizadores.
Bay apunta que lo importante en estos casos es introducir flores y especies de distintas formas geométricas, en especial aquellas que son coloridas y más redondas. La especialista señala que también destacan las flores arbustivas, herbáceas y cubre suelos.
Para crear el jardín dulce es esencial una planificación basándose en el clima, altitud y la calidad del suelo, que debe ser alcalino. Una recomendación para que estos espacios se desarrollen de forma óptima es que las plantas elegidas sean lo más pequeñas posible y que sean leñosas, así se podrá controlar la poda.
La especialista también recomienda que el suelo esté basado en sustrato que contenga tierra negra, arena cernida y materia orgánica.
Estas son algunas de las plantas que Rosalinda Bay sugiere para crear un jardín dulce que atraiga polinizadores: Bulbinella, salvias, lavandas, árboles frutales, palmeras, especies silvestres nativas, lantanas, verbenas, albahaca, vincas, entre otras.