Debemos entender que todos los integrantes de la familia van a experimentar diversas emociones: miedo, tristeza, angustia, incertidumbre, enojo y desesperanza, esto es normal y esperado. Por ello, es importante mantener la calma y la unidad familiar. Esto nos permitirá sobrellevar de una manera más resiliente y manejable los retos y desafíos que enfrentemos con la enfermedad grave de un ser querido.
Cabe resaltar que todos los integrantes de la familia deberán prepararse, de alguna u otra forma para diferentes escenarios; ya sea la recuperación, o bien, la partida del ser querido. Una de las maneras de afrontar es enfocarse en vivir en el momento que se tiene. También se pueden recrear las vivencias con ese ser amado, a través de fotos o vídeos, entre otros.
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Conviene tomar en cuenta que, durante esta etapa, toda la familia, en mayor o menor grado, sufrirán un desgaste emocional, físico y espiritual. Aspectos como: cansancio, depresión, insomnio y trastornos alimenticios, pueden presentarse. El autocuidado es esencial mantenerlo.
La manera en como los padres o cuidadores afrontan la enfermedad y el hecho de que sufra el ser querido es muy relevante, ya que de este ejemplo se “alimentarán” nuestros hijos. Muy pocos están preparados para recibir noticias de esta naturaleza y la forma de cómo sobrellevar esta circunstancia dictará el modelo que seguirán nuestros hijos.
Por último, es importante el tema de la calidad de tiempo y espacio que se le brinde a los hijos para que puedan expresar sus pensamientos y sentimientos, con relación a lo que se vive en el hogar. Todo que lo pueda expresar su hijo, valídelo y busquen ayuda profesional de ser necesario.
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*Docente del Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades Universidad Rafael Landívar.