Salud y Familia

Cómo deshacerse de la culpa y evitar el autocastigo

En ocasiones resulta necesario aproximarse a la llaga de la culpa para desenraizar la profundidad de los sentimientos negativos y transformarlos en soluciones.

Cómo dejar la culpa

La culpa puede entenderse también como la sensación de haber fallado ante la expectativa perfeccionista en una dinámica relacional. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

“No dejo de pensar en lo que hice mal” o “Me siento culpable”: dos pensamientos hechos frase que se han cruzado en la mente de más de una persona luego de haber cometido un error que ha decantado en la culpa.

Ya fuera por razones intencionadas u otras no previstas, todas las personas hemos cometido errores que pueden llegar a una aparente gravedad que no nos ha permitido avanzar, provocando esto aletargadas sensaciones de arrepentimiento que erosionan la paz.

A decir de la psicóloga clínica Nissely Herrera, la culpa se puede traducir en la sensación de haber fallado en algo y esto genera una propia decepción sobre algo no ocurrido de la manera que se hubiese esperado.

La culpabilidad es una experiencia relativa, ya que puede ser imaginada y no siempre los errores son tan graves para generar un impacto decepcionante y profundo en la persona que lo cometió.

Se trata de una experiencia con distintos matices y, sobre todo, moldeada por las creencias. La culpa es en sí, una reacción que se aprende a tener ya sea consciente o inconscientemente.

“Nos enseñan a sentirla desde una sociedad que se ha enfocado en creencias estandarizadas, donde la vergüenza y la culpa se refuerzan. Por supuesto, crecemos creyendo en ellas como si fueran directrices”, señala Nissely Herrera.

La psicóloga apunta que esta sensación también podría convertirse en un inmenso depósito vacío que constantemente se está tratando de llenar con una mirada de aprobación desde los demás.

Nissely infiere que este tipo de consecuencia podría ocurrir en algunos contextos sociales donde se pretende criar a los más pequeños (y sucesivamente) para que sean niños o jóvenes “buenos” y complacientes que queden bien con los demás.

Dicha lógica asigna una expectativa al comportamiento de estas personas de quienes no se esperaría que cometan errores en sus dinámicas de relación.

Las repercusiones de ese patrón de crianza podrían verse reflejadas en cuanto a que, si la persona entonces comete un error, quizá se sienta muy arrepentida y no logre conciliar la tranquilidad.

A esto se añade otra conducta aprendida que tiene que ver con la falta de comunicación clara. “Sucede que no nos han enseñado a hablar con claridad, pero sí nos han enseñado a evadir, evitar y ocultar cosas que aparentemente fueron vergonzosas”, agrega Herrera.

El hecho de sentir culpa y no poder avanzar, puede tornarse como una forma de autosabotaje para las personas, ya que, por miedo, deciden permanecer en ese estado de arrepentimiento.

Nissely Herrera comenta que lo anterior también podría entenderse como una “carga moral” en la cual las personas, inmersas en la culpa, puedan llegar incluso a restringir su relacionamiento. Se justifican en el hecho de haber cometido una falta y por eso “no merecen acercarse a otros”.

La psicóloga subraya que estas personas también podrían llegar a sentirse no merecedoras de una compañía por creer que siempre deben cumplir un estándar de perfección para relacionarse.

Ubicar y transformar la culpa

Sentir culpa de forma excesiva es un problema real. De acuerdo Luchi De León, psicóloga clínica especialista en conducta, la sensación de culpabilidad puede repercutir mediante verbalizaciones o imágenes rígidas y fuertes que tengan las personas sobre sí mismas.

Cómo dejar la culpa
El retraimiento social puede ser una de las consecuencias del sentimiento de culpa, ya que las personas se sienten “no merecedoras” de relacionarse con otras. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La especialista señala que los pensamientos de rumiación pueden ser un efecto de la culpa constante. “Consiste en una repetición constante de lo que se supone la persona tuvo que haber hecho bien”, explica.

El sentimiento de la culpa excesiva puede ir más allá de la emocionalidad e incluso verse somatizada en maneras fisiológicas con dolores o tensiones en puntos como la espalda, en dolores de estómago, u otras formas.

Luchi explica que las respuestas ante el exceso de culpabilidad pueden variar debido al historial de aprendizaje de cada persona, ya que hay quienes habrán aprendido que ante un error que lleva a la culpa, deberían retraerse socialmente. 

Cómo dejar la culpa
La rumiación o la idea constante de haber hecho algo malo suelen ser consecuencias de la culpa. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Más allá de los considerables efectos que puede generar la culpa, lo cierto es que esta experiencia puede traer cosas buenas, ya que se trata de una experiencia que en contextos sociales cumple una función restitutiva, apunta de León.

“Si alguien hizo algo de forma a su parecer, equivocada, la culpa pueda llevarle a reparar y fomentar una mejor convivencia (si fue un error con alguien). Esto nos recuerda que somos seres sociales por naturaleza y que buscamos mantener una cohesión evolutiva”, explica la psicóloga.

Tanto Luchi como Nissely recomiendan las siguientes pautas para enfrentar y transformar la culpa:

  • Conectar con la culpa: Es necesario tener valentía para darle espacio a la sensación de culpabilidad y no minimizarla. Esto se logra desde la voluntad de ubicarla y darle su lugar.
  • Revisar qué la provocó: Para entender la culpa, es necesario comprender los estímulos o las variantes que la generaron, así como también se debe comprender cuáles son las respuestas que se tuvieron ante los estímulos.
  • Entenderla: Se debe descubrir qué ha provocado la sensación de culpabilidad. Específicamente si fue detonada desde un lugar propio, o si fue una reacción provocada por conductas aprendidas e impuestas.
  • Soltar y accionar: Luego de nombrarla, conectar y revisar su origen, es necesario soltar la culpa para así tomar acción desde el aprendizaje que ha dejado.

Luchi de León señala que otra forma de liberarse de la culpa es comprendiendo que no hay emociones positivas o negativas. “Los estados emocionales son eso: estados. Que una emoción sea incómoda no significará que sea mala”, dice la psicóloga. Esto ayudará a tener más claridad en comprender por qué sentimos lo que sentimos y qué provocan esos estados.

Cómo dejar la culpa
Ante el sentimiento de culpabilidad, es necesario cuestionar y entender si este viene de un lugar aprendido o es generado por la misma persona. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Una característica importante sobre esta dinámica de culpabilidad radica en que siempre es necesario estar cerca de una red de apoyo que pueda validar la experiencia de las personas. “Es importante para que puedan ayudarnos a escuchar cómo apalabramos estas situaciones y cómo nos libramos”, comparte Nissely Herrera.

Por otro lado, si el sentimiento de culpabilidad es excesivo, se recomienda siempre asistir con un especialista en salud mental para recibir acompañamiento especializado.

Cabe mencionar que la culpa es un sentimiento que puede domarse, más no erradicarse, ya que puede surgir en cualquier momento. Lo importante, dice Nissely Herrera, es aprender a contar con herramientas para gestionar la emoción y transformarla. 

“La invitación y trabajo más importante es hacia el cuestionamiento y hacia poder tomarlo desde un lugar de crecimiento y bienestar, para así evitar el autocastigo y la condena”, comparte Herrera.

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