Salud y Familia

Cómo diferenciar si un niño es inquieto o tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad

Inquietud, inatención e hiperactividad son conceptos vinculados a los niños, pero es necesario detectar si estos comportamientos nos hablan de un trastorno neurológico.

La diferencia entre la hiperactividad y la inquietud de los niños

Es importante que los adultos responsables de niños con TDAH reconozcan las posibilidades que tiene el diagnóstico y el acompañamiento terapéutico. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

¿Cuántas veces no hemos oído decir que un niño “es hiperactivo” por el hecho que este tiene bastante energía o porque siempre tiene ganas de estar en actividad? Aunque seguramente lo hemos escuchado varias veces, es necesario aclarar que la premisa tiene algo de verdad como de mentira.

Lo cierto es que la mayoría de los niños cargan en sí mucha energía a tal punto que necesitan estar realizando distintas actividades, pero esto no quiere decir que sean precisamente hiperactivos.

La hiperactividad hace referencia al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH por sus siglas), el cual implica tres variantes con sintomatología que varían en los niños: la versión inatenta, la hiperactiva impulsiva y una combinación de las dos primeras.

Alejandra Arroyave, psiquiatra infantil, explica que la inatención se presenta en los diferentes contextos de los pacientes (familiar, social y académico), y suele manifestarse con distracciones constantes, poca atención durante varios periodos, dificultad al realizar tareas pequeñas y olvido en dinámicas rutinarias.

En cuanto a la hiperactividad impulsiva, Arroyave explica que se trata de una impulsividad física y verbal donde existe una resistencia por parte de los infantes frente a la imposición de límites y órdenes.

Por último, el TDAH en su versión combinada se explica en cuadros de niños que son tanto inatentos como hiperactivos, subraya la psiquiatra infantil.

¿Por qué entonces la gente se refiere a los niños como hiperactivos cuando realmente estos experimentan una inquietud normal de su edad? ¿Cómo distinguir si se trata de pacientes con trastorno por déficit de atención?

Rosa María Ruiz, psicóloga del departamento de Psicología Clínica y Neuroaprendizaje de la Universidad Rafael Landívar, responde que existe una línea muy delgada entre el TDAH y los niños inquietos.

“Un niño inquieto es aquel que demuestra una gran energía que pareciera que no acaba. Es aquel extremadamente curioso que pregunta por todo, el que toca e investiga cualquier cosa, y aquel que no puede mantenerse quieto por mucho tiempo”, dice la psicóloga.

Rosa también explica que esto no es una patología grave, puesto que, en algún momento de la infancia, todas las personas llegamos a manifestar inquietud -ya sea en mayor o menor medida- como parte del desarrollo normal.

La línea que divide las características de los niños inquietos con los que tienen trastorno TDAH se hace más evidente cuando se entienden los orígenes de este último padecimiento.

La diferencia entre la hiperactividad y la inquietud de los niños
Los orígenes del TDAH se vinculan a una ineficiente producción de dopamina y noradrenalina. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

El TDAH es un trastorno que implica obstaculizaciones en el desarrollo cognitivo de los individuos. Alejandra Arroyave explica que el trastorno de neurodesarrollo yace en el lóbulo frontal del cerebro -el cual se encarga de controlar el impulso sobre las partes físicas y verbales del cuerpo-, mismo que en el caso de los pacientes con TDAH, no se desarrolla de forma tan rápida.

Los orígenes del TDAH son un misterio, pero se asocian a una ineficiente producción de neurotransmisores en el cerebro como la dopamina y la noradrenalina. Estas sustancias tienen el objetivo de producir una correcta comunicación entre las neuronas.

De acuerdo con la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad, se ha demostrado que los niños cuyo padre o madre hayan vivido con TDAH tienen un 75% de probabilidades de padecer el mismo trastorno. Cabe mencionar que el cuadro puede estar presente en cualquier edad.

Los efectos contextuales del TDAH

Alejandra Arroyave señala que los efectos del trastorno pueden variar por contextos: En el caso de los espacios académicos los niños podrían permanecer inquietos en las aulas, hablarían mucho, molestarían a otros compañeros, les costaría seguir instrucciones, e incluso su forma de interactuar supondría retos para los compañeros y maestros.

A nivel de hogar, la psiquiatra asegura que los niños pueden verse dificultados en seguir rutinas, les costará seguir instrucciones y también pueden dejar a un lado sus actividades.

La diferencia entre la hiperactividad y la inquietud de los niños
Es común que los pacientes con TDAH no logren concentrarse por periodos largos. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

En cuanto a los efectos internalizados psicológicamente, los infantes pueden sentirse frustrados debido a sus dificultades, y pueden desarrollar pensamientos asociados con no ser suficientes, no sentirse capaces o, incluso, pueden llegar a sentirse “defectuosos”, asegura Rosa María Ruiz.

En las áreas familiares y sociales, el trastorno puede afectar ya que al tratarse de un comportamiento “atípico”, los familiares y conocidos pueden sentirse desafiados y conflictuados a tratar a las personas con TDAH.

Las especialistas comparten que en el área escolar pueden existir retrasos en el proceso de aprendizaje de ciertas capacidades y aptitudes.

Abordar el trastorno

Las entrevistadas explican que estos casos, aún pareciendo complejos y comunes a la vez, pueden ser tratados para ayudar a los infantes. Primero, es necesario detectarlo para así dar un buen acompañamiento a tiempo.  

Para esto es necesario ver si los síntomas mencionados son constantes y los mismos se repiten en ámbitos distintos. Las especialistas señalan que, si la conducta resulta en un problema significativo, es necesario buscar ayuda profesional con psiquiatras o neurólogos quienes podrán dar un diagnóstico clínico.

De acuerdo con Alejandra Arroyave, se puede hacer frente al trastorno mediante tratamientos recetados, que consiten en estimulantes que aumentan las señales de los neurotransmisores. La psiquiatra asegura que las dosis podrían variar por cuadro, pero el consumo podría ir desde los 9 a los 12 meses para evaluar si hay una estabilidad.

La diferencia entre la hiperactividad y la inquietud de los niños
La irritabilidad y la aparente desobediencia pueden ser algunos síntomas que experimenten los niños con TDAH. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

“Puede disminuir significativamente, pero es probable que siempre se quede la parte inatenta de los pacientes. Aun así, si se les trata desde una edad temprana, puede que esa parte se vuelva más leve”, subraya Alejandra.

Este no siempre será un caso fácil de manejar por los adultos responsables de niños con TDAH, ya que ante la falta de conocimiento pueden sentirse desorientados, con miedo, o incluso incapaces sobre lo que deberían hacer. Una de las más grandes recomendaciones de las entrevistadas consiste en siempre buscar información sobre el TDAH, y llevarlo a diálogo.

Más allá del acompañamiento bibliográfico o especializado con psiquiátras, psicólogos o neurólogos, se recomienda que los responsables de menores con el trastorno puedan trazar una ruta de acompañamiento clara que les ayude a comprender los objetivos terapéuticos a corto, mediano y largro plazo  respecto a los infantes.

La psicóloga Rosa María Ruiz agrega que es importante no dejar que “la etiqueta del diagnóstico” se convierta en algo que defina a los hijos. “El diagnóstico le ayudará a encontrar herramientas especializadas para poder mejorar su calidad de vida. No deja de ser difícil, pero dejar al infante sin ayuda no debería ser una opción. Hay que enfocarse en lo que puede hacer y celebrar las pequeñas victorias“, puntualiza.

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