Pero no se trata de leer el mayor número de palabras posible, también hay que pronunciarlas correctamente.
Cuando hay fluidez lectora, la persona es capaz de leer de manera automática y asociar inmediatamente las palabras al conocimiento adquirido con anterioridad, lo que facilita la comprensión del texto.
La fluidez se convierte, entonces, en el puente entre descifrar palabras y comprender lo que se ha leído.
A continuación se le presenta una lectura que le ayudará a medir cómo está su fluidez lectora. Tome su reloj y anote cuántas palabras es capaz de leer por minuto. Lo óptimo sería entre 130 y 150.
Estas y otras lecturas podrá encontrarlas en Prensa Libre a partir del 16 de febrero próximo.
En el siguiente video se presentan dos ejemplos de fluidez lectora y cómo esta ayuda a tener una mejor comprensión de la lectura en niños y adultos.