Por eso puede pasar que el gato haga sus necesidades a propósito en las cosas del bebé o del lado de la cama del nuevo cónyuge. “Si el gato hace sus necesidades en la cama, puede ser una protesta por el hecho de que antes siempre era bienvenido en la cama. Si las hace sobre las cosas del bebé, eso puede ser una expresión de celos. Se siente postergado”, comenta la experta.
Para los gatos, la orina y los excrementos son un importante medio de comunicación para expresar que algo no les gusta. En ese caso, hay que encontrar un equilibrio. “Hay que lograr que el ‘enemigo’ genere experiencias positivas al gato”, recomienda la experta.
Así, el nuevo cónyuge, por ejemplo, puede ser el encargado de dar de comer al gato y jugar con él. “Así relaciona experiencias positivas con esta nueva persona y la aceptará mejor”, dice Pruss.
Una alternativa al espacio para dormir en la cama
Si el gato antes tenía permiso para subir a la cama, ahora se le puede armar un lugar agradable para dormir en la habitación. Así, se le quita la posibilidad de permanecer en la cama, pero se le ofrece una alternativa aceptable.
Puede ser problemático convertir una habitación en el cuarto de un niño al que de repente el gato tiene prohibido acceder. Podría vincular así al nuevo habitante de la casa con la experiencia negativa.
La psicóloga de animales aconseja que, si el niño todavía no llegó, se le puede permitir al gato entrar. “Así puede inspeccionar los elementos nuevos como la cama del niño. Pasa a formar parte del hogar”, añade Pruss.
Un segundo gato no siempre es bienvenido
Pueden surgir problemas si llega otro gato a la casa. Este a veces no es bien recibido por el gato que ya vivía en el hogar. Y es que a los gatos no les gusta compartir su territorio y sus humanos.
“Si traigo un gato nuevo, primero tengo que colocar la jaula cerrada con el nuevo animal en medio del hogar”, dice Eva-Maria Dally, criadora de gatos. El primer gato se acercará con curiosidad. “Así los animales ya pueden olfatearse mutuamente”.
Si la situación sigue relajada, se puede abrir la jaula. “Ese proceso puede durar alrededor de una hora”, observa la criadora. Lo importante es esperar hasta que el segundo gato salga de la jaula por sí mismo. En el caso de animales valientes, esto ocurre rápido. Pero los más tímidos suelen tomarse hasta media hora.
Si realmente se produce una pelea, la criadora aconseja no intervenir enseguida. En caso de ser necesario, recomienda separar a los contrincantes rociándoles un poco de agua.
Poner a los gatos en habitaciones separadas
Angela Pruss encararía de otra manera este primer encuentro. Si se mantiene al par de felinos en dos habitaciones diferentes y cerradas, se pueden intercambiar, por ejemplo, sus mantitas, de manera que cada uno pueda inspeccionar algo del otro sin tener contacto directo. “Así los animales pueden registrar sus respectivos olores”.
Si los animales permanecen relajados en el territorio del otro, se les puede alimentar con una reja de por medio, de manera que se puedan ver. “Así vinculan la experiencia positiva con el otro”, añade Pruss. Tras alimentarlos, opina que es mejor volver a separar a los animales.
En la socialización de los gatos, a veces son necesarios muchos pasos pequeños para que luego puedan convivir pacíficamente.
Una vez que los felinos se amigaron, el gato que ya vivía en la casa siempre debería tener prioridad. Por ejemplo, debe ser acariciado y alimentado primero. Se puede tener a ambos en la falda, siempre y cuando el primero esté acuerdo. Entonces, ya nada se interpondrá a una coexistencia pacífica.