Salud y Familia

¿Cómo saber si es hambre real o emocional? Expertos enseñan a identificarla y combatirla

El estrés, la tristeza y otras emociones negativas pueden llevarnos a una alimentación emocional que podría llegar a afectar la salud. ¿Cómo reconocer que estamos en ese proceso?

¿Cómo saber si es hambre real o emocional? Expertos enseñan a identificarla y combatirla

Los especialistas y estudiosos del tema explican que no solo es importante cuánto comer sino cuándo hacerlo. (Foto Prensa Libre: Andrea Piacquadio/Pexels)

¿Por qué come en ese momento exacto?  ¿Sabe cómo reconocer que su cuerpo está pidiendo alimentación, o bien está comiendo en respuesta a un evento o estado de ánimo?

En sí la alimentación emocional no está ligada solo a momentos malos sino también a los buenos.  “Surge como una necesidad imperiosa de comer un alimento, que suele no ser saludable, para llenar un vacío interno o para calmar un exceso de energía por una emoción, como puede ser la rabia, el miedo, estrés, la preocupación, incluso el aburrimiento, aunque también se puede recurrir a los alimentos para calmar estados de euforia en un momento de excesiva alegría”, se explica en el libro Alimentación emocional, de Nutrional Coaching en España.

Los motivos que nos empujan a comer son varios y bastante complejos: fisiológicos, sociales y emocionales.

Reconocer el punto en que se encuentra

Una definición de qué es el hambre puede ayudar.  En general esta se describe como una necesidad que todos tenemos que permite identificar que es necesario recargar energías.  Gracias a esa señal es posible sobrevivir.

Especialistas comentan que el hambre en general se determina por la ghrelina, la hormona del apetito. Nuestro cuerpo segrega esta hormona y cuando alcanza cierto nivel empezamos a sentir sensación de hambre…y se ve estimulada también por otras condiciones como el nivel de estrés.  Pero, además de esta hormona influyen otras cuestiones en nuestros hábitos de alimentarnos.

Las sensaciones de hambre en cada ser humano varían.  Unas personas podrían necesitar comer hasta cinco veces y otras, lo harán menos veces y el ideal es que en esos tiempos logren consumir los nutrientes que le aporten beneficios a su salud.

El nivel de hambre que tenemos es más sencillo identificarlo cuando se vive una vida más consciente, es decir estar en el aquí y ahora.

Tomar el tiempo para comer y disfrutar de las comidas es un punto esencial para determinar el nivel de hambre y saciedad. (Foto Prensa Libre: Andres Ayrton/Pexels)

“Cada ser humano nace con es sabiduría para reconocer el nivel de hambre”, dice la nutricionista Carmen Rosa Guillén, de nutricomu.  También explica que existen maneras de bloquear esa escucha interna, una de las primeras formas es cuando se le obliga a los niños a comer aunque no tengan hambre.

Además, sugiere que en casa es importante mantener opciones sanas y que sean los niños que elijan qué comer en el momento adecuado, “como adultos somos responsables de llevar el alimento a la mesa y de escoger que sea limpio, fresco, nutritivo y bien cocinado, así como de colores atractivos, pero el niño debe reconocer su nivel de saciedad y no amenazarlo de no terminarse el plato”, agrega.

Cuando somos adultos comer atendiendo el celular, viendo televisión y teniendo otros distractores también dificulta definir el nivel de hambre y de saciedad.

“Es difícil mejorar la alimentación fijándose únicamente en lo que se come. La mirada debe ser más amplia
y abrir el enfoque para qué pueda darse cuenta de qué está pasando, dónde está o como se siente en el
momento de comer, antes, durante y después”, Yolanda Fleta y Lara Lombarte, en su libro Las emociones se sientan a la mesa.

El hambre emocional se identifica como un deseo de comer, pero de un antojo específico, dice la nutricionista.  “Dan ganas de comer un alimento especial, nachos, churros, papas, mientras en la fisiológica necesitamos comer y no importa si esto es una tortilla con sal, un apio, o algo más, estaremos felices porque es una necesidad real del organismo para darle energía”, dice Guillén.

Por el contrario, el hambre emocional, en ocasiones no se quita ni comiendo ese antojo porque está unido a las emociones.  Podría ser que se asocie que el estar triste, furioso o enojado hace merecer comer, podría provocar hambre, pero no es física o fisiológica.

María René Gándara, psiquiatra de Nutricomu, explica que el hambre física esta localizada en el estómago y es cuando el estómago hace ruido de hambre, se siente debilidad, manos sudorosas y otra sintomatología, mientras el hambre emocional está en la cabeza y ahí nos imaginamos el alimento que queremos comer.

Lamentablemente en el hambre emocional el comer no mitiga la emoción y uno sigue sintiéndose triste, enojado o enamorado.

Algunas personas comen menos cuando se enfrentan a emociones fuertes, mientras otros comen compulsivamente. (Foto Prensa Libre: Diva Plavalaguna)

Mayo Clinic publicó que sean cuales sean las emociones que le lleven a comer en exceso, el resultado final suele ser el mismo. El efecto es temporal, las emociones regresan y es probable que padezca la carga adicional de la culpa por haber hecho retroceder en la meta para bajar de peso.

Esto también puede llevar a un ciclo poco saludable: sus emociones disparan el impulso a comer en exceso, se autoflagela por haberse desviado del objetivo para bajar de peso, se siente mal y come en exceso nuevamente.

Los expertos explican que existen otros tipos de hambre relacionadas con los sentidos y las emociones.  Entre las principales están el hambre visual cuando vemos algo delicioso que se antoja; el hambre olfativa, al sentir un aroma, o el hambre de oído, que se estimula cuando escuchamos algún sonido relacionado con los alimentos.

¿Qué hacer?

Es importante identificar el tipo de hambre y si es emocional es importante ponerle un nombre a ese sentir.

“Es posible alimentar el hambre emocional y esto podría hacerse con una caminata, cambiar de actividad, un momento de oración, irse a bañar, hacer una siesta, jugar con una mascota, estar en la naturaleza, lo cual hace que se centre la atención de la mente en algo más”, dice Guillén.

Cuando se aumenta de peso por hambre emocional se tiene colesterol y triglicéridos elevados, un aumento de la insulina y esta situación hace que diagnostique pre diabetes en algunos casos. Esos son signos de que esta situación ha salido de control y que no se requiere solo de un acompañamiento médico sino psicológico y/o psiquiátrico.

“Si tengo quebrada mi pierna voy con el traumatólogo y si tengo quebradas mis emociones, debemos asistir con un especialista”, agrega la nutricionista Guillén.

Responder a las necesidades emocionales es posible por medio de abordajes respetuosos.  Guillén comenta que “también en ese caminar es necesario aprender a incorporar alimentos de calidad y una alimentación intuitiva y consciente para que las personas tengan un estilo de vida sano y no solo un buen peso, de manera que escuche a su cuerpo.

El camino con las emociones

Ante las adversidades, es importante buscar la forma de hacer que nuestra salud mental y emocional se mantengan fortalecidas.   El estrés, la ansiedad y las emociones negativas podrían resultar algo  perjudicial para una persona.

Estudios revelan que estas sensaciones son el detonante inicial para enfermedades clínicamente más graves, como el tabaquismo y la obesidad.   Esto último es parte de la alimentación emocional.  Mayo Clinic y expertos comparten algunos consejos adicionales:

  • Escribir  
    Lleve un diario de comida para ir conociendo su rutina, qué come y busque encontrar un nivel de hambre.  Esto le ayudará a identificar cómo se siente y qué tipo de hambre presenta.
  • Si llega el estrés
    Busque técnicas para favorecer la relajación.  Medite, ejercítese, haga yoga u otras actividades que le lleven a sentirse mejor frente a los retos diarios.  Otras maneras de enfrentarlo son: una caminata,  un momento de oración, irse a bañar, hacer una siesta, jugar con una mascota, estar en la naturaleza, entre otras.
  • Apoyo
    Reconozca si lo  necesita para salir adelante.  El seguimiento de un profesional ayudará a encontrar rutas saludables a nivel emocional y busque asesoría en el campo nutricional.
  • Siempre preparado
    Tenga en casa o prepare una lonchera donde mantenga bocadillos saludables.  Establezca además estrategias frente a cada emoción y alternativas para gestionarlo.  Por ejemplo, frente a una situación en que se equivoque y sienta culpabilidad podría enfocarse en el aprender de esa situación.  De igual manera cuando se enfrente a una injusticia busque mecanismos para desahogarse.
  • No se prive
    En el esfuerzo por perder peso, es posible que limite demasiado las calorías, que coma los mismos alimentos una y otra vez y que se prohíba ciertos gustos. Esto puede hacer que aumenten sus antojos de comida, especialmente como respuesta a las emociones.

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