Salud y Familia

¿Cómo superar la muerte de una mascota?

Si recientemente ha perdido a su perro, gato u otro animal que consideraba como de su familia o conoce a alguien que esté atravesando por esta situación, aquí le contamos qué dicen los expertos en psicología respecto a cómo afrontar este doloroso proceso.

Cada persona tendrá un duelo distinto pero los sentimientos más comunes a experimentar son la negación, la culpa, el enojo y la tristeza. (Foto Prensa Libre: Servicios)

Cada persona tendrá un duelo distinto pero los sentimientos más comunes a experimentar son la negación, la culpa, el enojo y la tristeza. (Foto Prensa Libre: Servicios)

La muerte o desaparición de una mascota es muy dolorosa. Solo una persona que haya pasado por eso podrá entenderlo a totalidad.

El psicólogo Jorge Ernesto Rodas explica que el duelo es la respuesta psicológica (pensamientos y emociones) de un sujeto ante la pérdida de un objeto amado (persona, animal o situación).

Respecto a cómo afrontar de la mejor manera una situación tal dolorosa, Rodas da dos consejos:

El primer paso es aceptar… aceptar que el ciclo de vida de algunas mascotas es mucho más reducido que el de los humanos, y que hay una gran probabilidad que las personas seamos quienes tengamos que ver partir a nuestros compañeros temporales.

En segundo lugar, si hubo necesidad de eutanasia, es necesario comprender que la culpa generada puede ser dolorosa, en extremo, para algunas personas. Es necesario entender las implicaciones médicas que motivaron la decisión, y dejar por un lado la falsa creencia que todas las situaciones que rodean a la mascota son responsabilidad directa de sus cuidadores y del entorno familiar, ya que hay un aspecto biológico-preventivo que si se asumió –adecuadamente- desvanecerá cualquier auto señalamiento de este tipo.

Pamela, 28 años

“Cuando mi hermano mayor salió del colegio se fue a Estados Unidos y como mis papás trabajan yo empecé a pasar mucho tiempo sola, algo a la que no estaba acostumbrada. Tres o cuatro meses después mi hermano mandó dinero y así Ramón, un cocker spaniel, llegó a casa para ser mi compañía. Eran tan pequeño que se metía debajo de los muebles de la sala sin hacer esfuerzo. Yo tenía 11 años y desde que me lo regalaron para mi no había nada que me creara más ilusión que regresar del colegio y saber que allí estaría Ramón, listo para salir a caminar y estar conmigo el resto del día.

Conforme fue creciendo, Ramón empezó a tener problemas cardiacos que logramos controlar, pero de repente, cuando tenía unos diez años le salió un tumor que nos dijeron que no podrían operar. Al principio era pequeño, pero luego creció más y más. Un día regresé de la universidad y me topé con una escena horrible que seis años después aún no puedo olvidar. El piso estaba lleno de sangre y seguí el rastro hasta encontrar a mi perro entre un charco. Lo envolví con una manta y fuimos al veterinario. Para ese punto el tumor ya era bastante grande y Ramón se lamió con tanta fuerza que se lastimó. Normalmente los veterinarios sugieren dormir a los animales cuando ya no quieren comer o no tienen ánimo, así que fue duro ver cómo mi mascota aún tenía energía y parecía feliz, e igual tomar la decisión de dejarlo ir. Nos dijeron que el tumor no le dolía pero que su tamaño solo haría su vida más complicada y que no había forma de revertirlo. Aunque me dolió, preferí ahorrarle días de sufrimiento”.

“Uno de los grandes errores de la sociedad contemporánea es considerar inútil o innecesaria, la expresión de dolor ante el fallecimiento de una mascota con la que, innegablemente se ha desarrollado algún vínculo”, afirma Rodas. Existen estudios académicos que han demostrado que existen porcentajes significativos de estrés postraumático, problemas de insomnio, pérdida de apetito y otros síntomas ante el fallecimiento de mascotas familiares.

Luis, 37 años

“Desde niño quise tener un gato, pero por cuestión de espacio y que seguramente mis papás pensaban que era un capricho infantil, no tuve uno. Hace diez años me pasé a vivir solo y había un gato que deambulaba por el parqueo todos los días. Empecé a darle de comer y acariciarlo cada vez que lo veía, hasta que finalmente lo llevé a mi apartamento. Por más que intenté que se mantuviera en casa, al gato le gustaba estar en la calle todo el tiempo. Por supuesto, se involucraba en peleas y a veces volvía hecho pedazos, pero yo siempre estaba allí para cuidarlo. Pasaron un par de meses y empecé a tener problemas y recibir amenazas de los vecinos porque aparentemente el gato orinaba su puerta. Aunque no tengo pruebas, estoy seguro de que ellos tuvieron algo que ver con la muerte de Félix. Cerca de las fechas de Navidad apareció muerto en el primer nivel del edificio. Saber que después de haber estado quizá toda su vida en la calle y que finalmente encontró a alguien que si lo quería y deseaba darle una buena vida, otra persona decidió terminar con su vida. Aunque ahora estoy mucho mejor, el hecho de que mi familia pensara que exageré con la pérdida de Félix y pretendían que lo cambiáramos fácilmente por otro gato me hirió bastante”.

Rodas hace especial énfasis en que la presión social por minimizar el duelo ante la partida de una mascota es muy fuerte; por lo que reconocer el duelo es otro aspecto fundamental. “Argumentos tales como “Una mascota no es importante” o “puedes sustituirla por otra” impiden el afrontamiento psicológico del dolor, real y existente en el círculo familiar de la mascota”, afirma. Continúa explicando que es importante asumir el duelo por medio de un ritual de despedida debido a que los asuntos inconclusos podrían acumularse en la psiquis y más adelante generar grandes cargas de culpa y auto señalamiento.

Por su parte, la piscóloga Mariluz Chávez resalta que es importante desahogarse con alguien de confianza si lo considera necesario. “Si siente la necesidad de llorar, hágalo. Asumir la tristeza es parte del proceso de duelo”, afirma. Además, agrega que, en caso de tener niños en casa, si decide hablar de lo sucedido, sea sincero totalmente. Responda todas las preguntas que tengan y no oculte la forma en la que se siente. Finalmente explica que otras mascotas del hogar también notarán la pérdida de su compañero y amigo, y experimentarán dolor. Incluso, podrían llegar a deprimirse, por lo que es importante que usted preste atención a su comportamiento y les de mucho amor.

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