Cada 21 de julio se celebra el Día Mundial del Perro, con el objetivo de hacer consciencia de la importancia de adoptar a aquellos canes que siguen esperando una familia que los ame, así como el impacto que crea en la vida de quienes se disponen a cuidarlos y aprender del amor que están dispuestos a dar.
Entre un perro y el ser humano se crea un vínculo afectivo, es decir, de cariño, aprecio y ternura. “Según la teoría antropológica este enlace se formó debido a la necesidad de cada especie. El humano necesitó al perro para la caza, luego para el cuidado de bienes y después para compañía. El animal requirió al humano para ser proveedor de alimento y sobrevivencia”, explica Antonio Rivera, coordinador del grupo de psicólogos, consejeros y motivadores de Guatemala.
El profesional agrega que el ser humano necesitó de otro ser viviente para expresar lo esencial de su ser y demostrar su “yo interior” y su capacidad afectiva, de esta forma se estableció un puente comunicacional con los perros, que son la raza animal que mejor responde y corresponde a la emisión de afecto humano.
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Más que una mascota
Sin importar cómo esté conformada la familia, ya sea por una persona, por una pareja, con niños o con adultos mayores, los perros llegan a ocupar un lugar muy importante en el hogar. Actualmente es común ver que una pareja no quiere tener hijos, pero sí tienen un perro en su casa. La mascota también les permite desarrollar habilidades maternales o paternales, ya que son una responsabilidad y requieren tiempo y atención.
En los últimos años, por el confinamiento y la pandemia del covid-19, los animales de compañía tuvieron mucha más relevancia. “Muchas vieron a su perro como una compañía en la soledad, como parte de su seguridad y como alguien que les ayuda a controlar sus emociones. Por esto último es que existen los perros de terapia, de asistencia y de trabajo, ya que su labor mejora la calidad de vida de las personas”, afirma Rosario Barrios, especialista en entrenamiento y cambio de conducta en Cool Dog Guatemala.
Cuando el can forma parte de la familia mejora la calidad de vida de las personas que lo rodean porque se crea una dinámica diferente. Los especialistas indican que además de llenar un espacio físico, también aporta al desarrollo emocional de la niñez y de los adultos. Además, motiva a hacer otras actividades como salir a caminar y generar nuevas amistades -ya que varias personas se conocen por sus perros-.
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Los canes en varias ocasiones pueden cumplir una función terapéutica, según Rivera. La relación con las mascotas tiene componentes afectivos importantes que pueden contribuir con la satisfacción de necesidades psicológicas básicas como la compañía, reconocimiento, afecto, y apoyo en situaciones difíciles, por ejemplo:
- Ayuda a no pensar y estar concentrado en sí mismo, ya que al darle su cuidado uno se desliga de su propio ser.
- Si ha perdido a un ser querido, le ayudará tener compañía de forma desinteresada.
- Si se está enfermo física o mentalmente, al acariciarlo, velar por su bienestar o sentir su presencia produce bienestar. Incluso, existen diversos estudios científicos que indican que al dar cariño al perro se disminuye la presión arterial.
- Sacarlo a caminar también produce beneficios físicos para el ser humano, como reducir el estrés y tener una vida activa.
“Muchas veces el proceso de adaptación de una mascota al hogar requiere la ayuda de un entrenador y puede ser más de lo que uno espera, pero siempre es una mejora agregar un perro a nuestra familia”, opina Barrios.
“Me acepta como soy”
Otra de las características que hacen a los perros especiales, es que aman a sus dueños en las buenas y en las malas y se quedan a su lado sin importar las circunstancias. De acuerdo con Barrios, la ciencia ha demostrado que los mismos neurotransmisores y feromonas que se producen durante una relación de padres e hijos o de pareja son las que se generan cuando hablamos o pensamos en nuestra mascota.
“Los animales son una compañía que no juzga y que realmente es incondicional. En todos los tipos de relaciones se espera algo de nosotros, pero los animales no esperan nada, bueno premios y atención, pero es más fácil formar un vínculo con un ser que sabemos que nunca nos va a recriminar por llegar tarde del trabajo”, agrega.
Una de las razones por las que se considera a los animales miembros de la familia es porque siempre están para nosotros, sin importar qué. Demuestran afecto de diferentes maneras, desde recibir a su dueño al llegar a casa con ladridos, saltos y movimientos acelerados de su cola, hasta sentarse al lado cuando la persona se siente triste y no quiere hablar con nadie más.
Poner límites
Como en toda relación afectiva es importante llevar a cabo acciones que hagan más fuerte el vínculo y también poner límites.
Para estrechar más la amistad, además de hacerse cargo de todas sus necesidades básicas como alimentación, salud y adiestramiento, pueden llevar a cabo alguna actividad juntos, como practicar un deporte canino en el que ambos pasen un tiempo divertido. De esta forma se pueden comunicar mejor y disfrutar más de su compañía.
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Por otro lado, para poner límites, Barrios recomienda no humanizar al perro. “Hay que entender que no es un bebé, que tener un perro conlleva responsabilidad, pero hay que dejarlos ser perros. Aprender y entenderlo desde su naturaleza y no desde nuestro punto de vista humano. Aunque nosotros queramos que ellos hagan algo específico, no siempre se podrá porque siguen siendo perros”.