“Comenzamos hoy, el primer domingo de Adviento, un nuevo año litúrgico, es decir un nuevo camino del pueblo de Dios con Jesucristo, nuestro Pastor que nos guía en la historia hacia el cumplimiento del Reino de Dios”.
“Este día tiene un atractivo especial, nos hace experimentar un sentimiento profundo del sentido de la historia. Redescubrimos la belleza de estar todos en camino: la Iglesia, con su vocación y misión, y la humanidad entera está en camino, los pueblos, las civilizaciones, las culturas, todos en camino a través de los senderos del tiempo”.
“El modelo de esta actitud espiritual, de este modo de ser y de caminar en la vida, es la Virgen María. ¡Una sencilla muchacha del pueblo, que lleva en su corazón toda la esperanza de Dios!. En su seno, la esperanza de Dios ha tomado carne, se ha hecho hombre, se ha hecho historia: Jesucristo. Su Magníficat es el cántico del Pueblo de Dios en camino, y todos los hombres y las mujeres que esperan en Dios, en el poder de su misericordia”.
Entonces, el Santo Padre pidió que nos dejemos guiar por la Virgen, “que es madre, es mamá, y sabe cómo guiarnos. Dejémonos guiar por Ella en este tiempo de espera y vigilancia activa”.
Los colores y la disposición de las Corona de Adviento pueden variar. Lo más importante, afirma el padre Oswaldo Chacón, vicario de Nuestro Santuario del Cerrito del Carmen, es el espíritu con que se reza la corona.
BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO
Nuestro auxilio es el nombre del Señor
TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.
Señor bendice con tu poder nuestra corona de Adviento para que al encenderla despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras y para que así cuando llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos. Te lo pedimos por Cristo nuestro señor.
TODOS: Amén
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO: 3 DE DICIEMBRE
Se enciende una vela morada, señal de penitencia y conversión.
Lectura según san Marcos (13, 33-37)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús
Recordamos a la virtud de la Fe de María en el Magnificat:
Cuando nace un bebé, el hogar se revoluciona, hay cosas que cambian de lugar y en cada rincón encontramos algo del recién nacido.
Apenas se entra a la casa, ya se huele un aroma especial. Preparemos el corazón para dejar que Jesús lo ocupe en su totalidad. Que los que nos rodean, al vernos, descubran que hemos cambiado, que nos hemos convertido y tenemos a Jesús en nuestra vida.
Meditemos:
Acogerte, Señor, no significa preparar un espectáculo, un recibimiento grandioso; te esperamos con y desde nuestra pobreza, que esencialmente se concreta en disponibilidad para recibir.
La espera se transforma en esperanza que se expresa en compromiso, cada uno en su puesto, “a cada cual su tarea”. No podemos delegar en el portero que “vele”. El encargo es para todos. La verdadera vigilancia esperanzada es capaz de mantenernos despiertos, despierta la conciencia, la libertad, la mente y la creatividad.
Para saber por dónde llegas, en quién llegas, cómo llegas a nuestras vidas, necesitamos tener abiertos los ojos leyendo los signos, las señales, pero también el corazón, las manos, la vida siempre abierta a la acogida.
Acción: Meditemos: ¿Cómo concretamente puedo prepararme para la venida del Señor?
Tiempo de silencio.
Rezar Padre Nuestro/ Ave María
Canto:
Ven, ven, Señor no tardes;
Ven, ven, Señor no tardes;
Ven ven Señor que te esperamos;
Ven, ven, Señor no tardes;
Ven pronto Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.
Envuelto en armonía en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.
Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO: 10 DE DICIEMBRE
Nuestro auxilio es el nombre del Señor
TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Se enciende la vela verde, que nos recuerda que nuestra esperanza es Jesús, que es la vida eterna, Cristo está vivo entre nosotros.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
Este es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”.
En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Proclamaba: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Recordamos la virtud de la Caridad, con la visitación de María a su prima Santa Isabel:
Prepara tu camino pero “preparando el camino al Señor”. Son dos caminos que se han de transitar juntos; cuando el tuyo esté preparado, allanado sin baches ni altibajos, entonces el Señor podrá transitar, pasar hacia los que le buscan, hacia todos por medio de ti, por medio de mí, por todos los que esperamos “allanando senderos para él”.
“En el desierto” es donde se nos ofrece la gran posibilidad. Ni en la sinagoga, ni en el templo, ni en las plazas, no quiere lecciones, teologías o argumentos, quiere encuentro: “hablar al corazón” quiere un encuentro renovador y amoroso.
Encuentro interpersonal: “tienes que nacer de nuevo”. Encuentro definitivo y fundante: “él os bautizará con Espíritu Santo. Cuando salimos al desierto o entramos, en él hay mucho trabajo: valles, abismos, colinas, estepas… mucho que arreglar.
El camino de la improvisación y de la huída es rápido y fácil. El camino del encuentro y del renacimiento es paciente, “no quiere que nadie perezca”, el Señor viene a hacer su camino con nosotros.
Acción: Es tiempo de ir a servir a los que más nos necesitan, en especial los pobres, los enfermos, los ancianos, los que sufren…
Tiempo de silencio / Tiempo de intercesión
Rezar Padre Nuestro / Ave María
Canto
Amar es entregarse
Amar es entregarse olvidándose de sí
buscando lo que al otro pueda hacer feliz.
Que lindo es vivir para amar
qué grande es tener para dar
dar alegría y felicidad
darse uno mismo, eso es amar
Si amas como a ti mismo
y te entregas a los demás
verás que no hay egoísmo
que no puedas superar.
Qué lindo es vivir para amar
qué grande es tener para dar
dar alegría y felicidad
darse uno mismo, eso es amar
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO: 17 DE DICIEMBRE
Nuestro auxilio es el nombre del Señor
TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Se enciende la vela rosada que significa la alegría que se tendrá con la venida de Cristo, para lo cual también es necesario tener un corazón dispuesto a recibirlo.
Lectura según san Juan (1, 6-8. 19-28)
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”
El reconoció y no negó quién era. El afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” El les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?”
Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”. Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?”
Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.
Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Recordamos la virtud de la esperanza de María quien no pierde de vista a Dios que se hace presente en el corazón humilde y fiel:
Juan fue el profeta y puso en evidencia que nadie quería a los profetas auténticos; era un irregular, no había recibido permiso, ni investidura oficial; la institución, los “hombres del libro” siempre fueron alérgicos a los “hombres de la Palabra”
¿Se ha terminado, hoy, entre nosotros el profetismo? Hoy nos hará bien, a nosotros, preguntarnos sobre nuestro discipulado: ¿anunciamos a Jesucristo? ¿Aprovechamos o no aprovechamos de nuestra condición de cristianos como si fuese un privilegio? ¿Juan no se adueñó de la profecía?
¿Existe miedo a la profecía? Temo que nos falte la voz vigorosa, esa que nos conduce al reconocimiento, a la identidad, al encuentro con la Palabra que nos haga nacer de lo alto. ¿Estamos decididos a acoger, en este Adviento, la voz inoportuna del profeta que nos hace ver que desconocemos a Cristo?
Juan fue un testigo, un signo, una voz poderosa que despertó las conciencias. Juan interrogó porque estaba iluminado por la verdadera luz.
Meditación: ¿Vamos por el camino de Jesucristo? ¿El camino de la humillación, de la humildad, del abajamiento por el servicio? ¿Cuándo fue mi encuentro con Jesucristo, aquel encuentro que me llenó de alegría?”
Tiempo de silencio / Tiempo de intercesión
Rezar Padre Nuestro / Ave María
Canto
Jesús ¿quién eres Tú?
tan pobre al nacer, que mueres en cruz.
Tú das paz al ladrón,
inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú, siendo creador,
me quieres a mí, que soy pecador.
Tú dueño y Señor,
me quieres a mí, que soy pecador.
Jesús ¿quién eres Tú?
tan pobre al nacer, que mueres en cruz.
Tú das paz al ladrón,
inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú dueño y Señor,
me pides a mí salvar la creación
Jesús ¿quién eres Tú?
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO: 24 DE DICIEMBRE
Nuestro auxilio es el nombre del Señor
TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Se enciende la vela roja. Recuerda la actitud de amor a Dios para con el hombre, invitándolo también a reflexionar sobre el amor que manifiesta a los que lo rodean.
Lectura: Lucas (1, 26-38)
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José.
La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”.
María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Recordamos la virtud de la Humildad de María aceptando la voluntad del Señor:
Todo se engalana, se ornamenta, se prepara; la gente llega a decir: «¡menos mal que la navidad solo se celebra una vez al año!». Pero la Navidad es otra cosa, otro acontecimiento, otro alumbramiento: alúmbrate como don.
Por suerte está María, la Madre para enseñarnos a alumbrar, para llevarnos a lo esencial, para conducirnos a la sencillez. Con su silencio luminoso más eficaz que cualquier palabra. Con su actitud de escucha. Con su extraordinaria capacidad de recibir. Con su sublime pasividad.
Dios tiene necesidades, deseos y ella se hace respuesta: Criatura para Dios, de Dios y con Dios. Criatura disponible, sin resistencias ni prejuicios, pura acción pasiva para Dios. Criatura sin obstáculos, sin objetos dentro, sin otro corazón que el de Dios. Criatura sin otro proyecto que el de Dios.
De María nunca supimos: «He aquí lo que he pensado»; «he ahí lo que he decidido»; «he ahí lo que he preparado»; simplemente dijo: «Heme aquí»
Acción: Deja que el Espíritu Santo hable a tu corazón y encuentra qué es lo que Dios espera de ti con una acción concreta hacia tu prójimo.
Tiempo de silencio / Tiempo de intercesión
Rezar Padre Nuestro / Ave María
Canto
El camino que lleva a Belén
El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón,
Ropo pom pom, ropo pom pom
Ha nacido en un portal de Belén el niño Dios
Yo quisiera traer a sus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom pom, ropo pom pom
ORACIÓN PARA NOCHEBUENA
Nuestro auxilio es el nombre del Señor
TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Se encienden todas las velas y la blanca del centro que representa la paz, la salvación y la misericordia encarnada en Jesús, hijo de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 1-14
Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio.
Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad.
También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
Palabra del Señor. ¡Gloria a ti Señor Jesús!
Guía o Padre de Familia: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Todos: “Amén”
A cada oración respondemos: ¡Te damos gracias, Señor!
- Gracias Jesús por haberte hecho niño para salvarnos.
- Gracias Jesús, por haber traído al mundo el amor de Dios.
- Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que Dios nos ama y que amar a los demás.
- Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que da más alegría el dar que el recibir.
- Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que lo que hacemos a los demás te lo hacemos a Ti.
- Gracias María, por haber aceptado ser la Madre de Jesús.
- Gracias San José, por cuidar de Jesús y María.
Acción: En Nochebuena, tenemos, de manera especial y como centro de nuestra familia a Jesucristo, nuestro Señor. Mientras la imagen del Niño Dios pasa de mano en mano, la persona que le toca tenerlo, hace una petición y todos responden: ¡Hoy nos ha nacido el Mesías, el Señor!
Oración final: “Hoy la Virgen da a luz al Trascendente. Y la tierra ofrece una cueva al inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la estrella; porque ha nacido por nosotros, niño pequeñito, el Dios de antes de los siglos. Amén”.
Canto: Terminamos con un canto mientras todos nos damos un abrazo de paz y amor y disponemos en el centro de la mesa familiar o cerca del pesebre, la corona de Adviento con todas las velas encendidas.