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“Hace tiempo que no se usa tener una única lámpara grande de techo que ilumine todo el ambiente. Eso se usaba hasta hace diez años”, comenta Ursula Geismann, especialista en muebles y arquitectura de interior en Alemania. Ursula nos cuenta que hoy lo habitual es tener iluminación adicional en determinadas áreas, sea en la zona del comedor o del sofá, y que esa redistribución de los puntos de luz no sólo acentúa distintos espacios de un ambiente, sino que además es un gran aporte a la sensación de bienestar.
¿Cómo llevarlo a la práctica?
“La lámpara central suele tener una luz pareja, permite tener visibilidad en todo el ambiente, nos orienta”, explica la especialista en iluminación Iris Vollmann. Esas lámparas no contemplan la necesidad de tener que ver mejor en determinados lugares del ambiente. En esos lugares necesitamos luces individuales.
Para esos rincones o espacios podemos elegir el tipo de iluminación según su función, apunta la experta, escogiendo una luz más direccionada, ya sea en forma de spot, que arroja luz hacia abajo, o en dispositivos que iluminan hacia la pared. A eso puede sumarse la iluminación de acento, que destaca determinadas zonas u objetos. Eso se logra con una iluminación que esté por encima del nivel de luz general del ambiente.
¿Qué variante elegir?
Eso depende en gran medida de la funcionalidad que uno le quiera otorgar. Y del gusto de cada uno. Sin embargo, puede decirse que combinar iluminación directa con indirecta suele generar un efecto muy agradable.
La iluminación indirecta desde el techo o las paredes o generada por spots en colores cálidos dirigidos hacia las paredes generan calidez y una sensación de contención. Se usa cada vez más en muebles, vitrinas y en cómodas. “Uno puede optar por distintos tonos de luz, de modo de iluminar el ambiente de distintas formas según la necesidad”, explica Geismann. La iluminación es clave. Genera atmósfera. Invita a relajar, sentarse un poquito a mirar televisión, cerrar el día.
Pero si lo que uno quiere es sentarse a trabajar, esa luz será insuficiente. En ese caso habrá que optar por una luz funcional más clara. “Al igual que en las oficinas, el lugar en casa en el que leemos o trabajamos debe contar con suficiente iluminación”, advierte el oftalmólogo Ludger Wollring.
¿Cuál es el mejor modo de colocar la iluminación funcional?
La luz no debería venir de arriba. Lo ideal es que, si uno es diestro, venga desde la izquierda, y si uno es zurdo, la fuente esté a la derecha. “El grado de iluminación dependerá de la edad de los que la usen”, apunta el oftalmólogo. “En principio, todos vemos mejor si tenemos más luz, pero con la edad la visión disminuye y los ojos se vuelven más sensibles”, explica. Por eso las personas mayores precisan una luz más clara y fuerte para leer.
¿Es bueno usar la luz general con la iluminación funcional al mismo tiempo?
Los contrastes demasiado fuertes cansan la vista. Cuando la luz del día ya no alcanza, es mejor encender la luz puntual junto con la luz general. Si eso fuese demasiado, más vale elegir una única fuente.
¿Qué tipo de bombillas utilizar?
“En los ambientes de estar lo ideal es tener una iluminancia de 300 lux en un color cálido”, dice Vollmann. Para las superficies de trabajo en la cocina se recomiendan 500 lux. En cambio “donde queramos reconocer bien los colores, sea en la mesa del comedor, en la cocina o en el baño, será mejor elegir una mayor índice de reproducción cromática. La información se encuentra en los envases o en los folletos que acompañan las lámparas y bombillas.