¿Qué aportan los métodos caseros?
Cepillarse con sal, jugo de limón o polvo de hornear, dejar reposar aceite en la boca o frotar hojas de salvia sobre los dientes: en foros de internet o videos de YouTube hay numerosos consejos para lograr unos dientes más blancos.
¿Pero realmente aportan el efecto deseado estos métodos? Solo algunos de ellos y solo en determinadas condiciones. Muchos, incluso, pueden dañar la dentadura, señala el profesor Christoph Benz, presidente del colegio de odontólogos BZÄK de Alemania. El polvo de hornear, por ejemplo, tiene un efecto blanqueador, pero muchos exageran y dañan así el esmalte dental por desgaste. “Y lo que se perdió, no vuelve”, advierte.
El profesional desaconseja totalmente utilizar ácidos como los del jugo de limón o las frutillas trituradas: “Así uno se arruina los dientes bastante rápidamente”. Y es que el ácido ataca directamente el esmalte dental. A ello se suma la fructosa, que es transformada en ácido por las bacterias cariogénicas y puede así también dañar el esmalte dental, explica Benz.
¿Qué pasa con métodos como las tiras o cintas blanqueadoras o las pastas dentífricas blanqueadoras, que se pueden comprar en farmacias, droguerías o perfumerías?
Esos productos contienen agua oxigenada (peróxido de hidrógeno) que blanquea los dientes. Es importante saber que la reglamentación sobre cosméticos de la Unión Europea permite en estos productos de venta libre una concentración de hasta 0,1 por ciento.
“El color de los dientes no se modificará esencialmente con ellos”, dice el odontólogo Benz. Pero añade que sí es posible utilizarlos para un mantenimiento después de un blanqueamiento profesional.
Un detalle importante en productos blanqueadores: hay que usarlos de la manera que indica el fabricante en el envase. Debido a la escasa concentración de peróxido de hidrógeno, no cabe esperar un daño directo en los dientes, sostiene Dirk Kropp, otro experto del sector. Pero si se utilizan más tiempo del indicado sí puede suceder.
Kropp ve otro problema en las pastas dentífricas blanqueadoras: no es obligación indicar en el envase qué tan alto es el grado de sustancias abrasivas. Puede ocurrir que uno utilice la pasta demasiado frecuentemente o demasiado tiempo, y entonces uno prácticamente está lijando la superficie de los dientes.
¿Qué sucede con el blanqueamiento en un estudio cosmético?
Los centros de cosmética también pueden ofrecer blanqueamientos, pero solo con concentraciones bajas de peróxido de hidrógeno. Si es un odontólogo quien ofrece el servicio, dicha concentración puede ser mayor.
¿Cómo es un blanqueamiento profesional con un odontólogo?
Es importante realizarse primero una limpieza dental profesional. Kropp recomienda hacerla una o dos veces por año. Así se eliminan suciedades y la placa, y ya los dientes se ven más claros.
Si es necesario, se puede hacer a continuación un blanqueamiento. “Pero este tampoco puede hacer milagros”, acota Kropp. Primero se revisan los empastes y las coronas, y se buscan posibles caries. Porque en todos esos lugares pueden surgir problemas o diferencias de color durante el blanqueamiento.
El odontólogo puede usar productos blanqueadores con una concentración de agua oxigenada de entre 0,1 y seis por ciento. En algunos casos -en un diente muerto- incluso puede ser más alta. “No siempre se puede alcanzar lo que el paciente desea”, apunta Benz.
¿Puede un tratamiento de este tipo dañar el diente?
Según Benz, no existe ningún riesgo en el caso de una dentadura sana. El único efecto secundario es que los dientes después, durante unos días, están más sensibles, porque fue agredido el esmalte. El experto señala que un tercio de los pacientes no tiene dolores, otro tercio tiene dolores leves y un tercio tiene dolores fuertes.